El periodista cubano Javier Díaz, actualmente en Univisión, ha respondido con firmeza a las críticas provenientes del exilio en Miami y ha revelado que entrevistar al mandatario cubano Miguel Díaz‑Canel “es uno de sus sueños”. Para Díaz, esa conversación sería el más alto deber del periodismo: confrontar y exponer públicamente las acciones de “uno de los mayores dictadores del mundo actual”, recoge el portal Cibercuba Noticias a partir de declaraciones escritas por el joven en sus redes sociales.
En una publicación en Facebook, agradeció a CiberCuba por difundir “la verdad sobre lo que siempre ha sido mi trabajo”, especialmente en un momento en que atraviesa una hernia lumbar dolorosa.
A pesar de los señalamientos de sectores del exilio que lo acusan de simpatizar con el régimen, Díaz defendió su derecho a entrevistar a cualquier figura, incluso comunistas: “Por entrevistar a un socialista, comunista o alguien que defienda al gobierno cubano no pueden acusarme de estar de su lado. Sean un poco inteligentes y piensen más antes de emitir un criterio sin base”.
El comunicador también criticó a lo que describió como un “grupito” en Miami, acusándolos de replicar “las mismas actitudes autoritarias que dicen rechazar”. Advirtió que la comunidad cubana en el exterior está “cada día más desunida”, una división aprovechada por la contrainteligencia cubana.
Díaz envió un mensaje a los cubanos en Estados Unidos: “Ser libres no es vivir en un país libre”. Según él, salir de una dictadura no garantiza comprensión de la democracia; se necesita aprendizaje para no repetir viejas doctrinas o caer en nuevas manipulaciones y subrayó que la libertad “comienza por dentro”. Además, alertó sobre los riesgos de quedar mentalmente encadenados tras emigrar.
Con sensibilidad y rigor, Díaz ha contado historias conmovedoras de la migración cubana desde Univisión, manteniendo su compromiso de denunciar el régimen.
Hoy, entre críticas y aplausos, su ambición de entrevistar a Díaz‑Canel, no es para él un acto de complacencia, sino una prueba de integridad periodística y un reto directo al poder.
Y Sin embargo… (como diría Sabina)
No obstante, la declaración ha generado opiniones encontradas. Al menos dos periodistas del exilio cercanos al entorno de Díaz y conocedores de su trabajo consideran que el joven comunicador “no tiene madera” para un cara a cara con un dirigente cubano de alto nivel al estilo directo, áspero y sin filtros que marcó época en las entrevistas de exiliados como José Manuel Cao o Mario Vallejo. El primero, con una enfrentación directa a Fidel Castro; el segundo, con sendas piezas de lujo al entrevistar primero a Vilma Espín, cuando esta lo confundió con un periodista cubano, pero oficialista, hasta que se dio cuenta que era un periodista cubano del exilio y hasta le exigió que le diese la declaración; segundo, con aquella «entrevista» en medio de una «tángana revolucionaria» en Panamá a Susely Morfa, psicóloga y ex 1ra Secretaria de la UJC en aquellos instantes. A Susely, Mario logró arrancarle un par de declaraciones que la desenmascararon al mundo como una esquizofrénica; devino a partir de entonces «La Psicóloga Millonaria» y dejó una frase para la posteridad: «Actualiza tu modelo económico».
“Es otra generación, otro tono”, dijo uno de ellos con relación a Javier, mientras afirma que lo respeta pero cree que el momento lo sobrepasaría.
Otros comentarios han restado peso al supuesto impacto de dicha entrevista, señalando que “ya María Elvira Salazar entrevistó a Fidel Castro en su momento, y Díaz-Canel al lado de Fidel es un monigote”. Desde esta perspectiva, la entrevista de Javier Díaz a Díaz-Canel, en caso de lograrla, no sería más que “una postal sin historia”.
Otro comentario recurrente en redes es que quizás Javier solo buscaba provocar, hacerse notar o reafirmarse públicamente, más que lanzar una propuesta seria. Y aunque no todos estén convencidos de que tenga el perfil para enfrentar a Díaz-Canel en una entrevista, su propuesta ya puso sobre la mesa un debate incómodo pero necesario sobre el periodismo, el exilio y la libertad de expresión, en una comunidad que rehusa el diálogo de todo tipo y que no ampara, permite ni perdona, un cara a cara de cualquier periodista exiliado con un dirigente cubano a no ser que – repetimos – al más viejo estilo Juan Manuel Cao o Mario Vallejo (o a lo Jorge Ramos), se le enfrente.
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