Lo del “CRÁNEO ANTIGUO” no fue solo una frase desafortunada: fue la muestra de cómo el periodismo y la comunicación oficialista pierde su función cuando renuncia a la exactitud.
Y por eso, mientras el error sigue publicado, también sigue creciendo el humor popular que lo desarma: una risa colectiva que, a falta de prensa libre, y a pesar de lo triste del hecho, se ha vuelto la mejor forma de crítica.
El hallazgo de un cráneo humano en una calle del reparto Pueblo Nuevo, en Holguín, provocó alarma entre los vecinos y una oleada de publicaciones en redes sociales. Sin embargo, la reacción del medio oficialista Realidades desde Holguín, que calificó el hecho como el hallazgo de un “cráneo antiguo”, generó todavía más confusión, burlas y críticas por parte del público.
Según la publicación de Realidades desde Holguín, difundida en Facebook, “el mediático hallazgo de ayer no se trató de ninguna cabeza”, sino de un “cráneo antiguo” que habría sido usado “en actividades de sincretismo religioso”. El texto añadía que algunos usuarios habían “creado caos y confusión para ganar adeptos y likes”, y remataba con la frase: “En esta página, la Verdad es arma y escudo”. Y lo calificó de «MANIPULACION». (En otras ocasiones lo han llamado «fake news»)
Realidades desde Holguín calificó como “manipulación” lo que se difundió sobre el hallazgo del cráneo, pero en realidad no hubo engaño deliberado. Lo que ocurrió fue un error de comunicación: una descripción imprecisa, sin fuentes ni datos verificables, que generó confusión. Sin embargo, los usuarios no inventaron nada; solo reaccionaron ante la falta de información clara; pero el medio oficial prefirió acusar de “caos y veneno digital” a quienes divulgaron y compartieron la noticia en las redes.
La intención de desmentir rumores terminó por convertir la noticia en un episodio viral. Cientos de usuarios respondieron irónicamente al intento de corrección, preguntando, entre otras cosas, “de qué siglo era el cráneo antiguo” o si “había vivido antes de la Revolución Francesa”. Otros reclamaron la falta de claridad en la información inicial y el tono autoritario de la réplica oficial e incluso se preguntaron si, dado que era «antiguo», saldría en el programa de Escriba y Lea.
“Si ustedes llegan a informar como deberían, no tendrían que salir a desmentir ahora”, escribió una usuaria, mientras otro comentaba: “Ahhh, porque el cráneo es de un pulmón, no de una cabeza, ya entendí”.
La propia página respondió a algunos comentarios, defendiendo su versión, pero sin rectificar la expresión “cráneo antiguo”, que se mantuvo en el texto original. La ambigüedad del comunicado y el estilo panfletario de la redacción fueron señalados por varios lectores como ejemplos del deterioro del discurso informativo en medios locales.
De acuerdo con usuarios que se identificaron como testigos del hallazgo, el cráneo fue encontrado dentro de una bolsa de nailon y entregado a las autoridades. Algunos funcionarios, comentando en la misma publicación, aseguraron que se trataba de restos humanos sustraídos de un cementerio, posiblemente para rituales religiosos, pero sin ofrecer detalles oficiales del caso.
El error del “CRÁNEO ANTIGUO”: Una muestra de cómo el lenguaje pendenciero oficialista desacredita la noticia
El hallazgo del cráneo humano dentro de una bolsa en plena calle 27, en Pueblo Nuevo, Holguín, fue un hecho que naturalmente causó alarma y comentarios en redes sociales. Causó dolor también. Que los restos de una persona terminen así, dentro de una bolsa, en la calle, fuera de su última morada, no es un hecho que incite a la risa. ¡Para nada!
Sin embargo, el verdadero escándalo – posterior – no estuvo en el suceso, sino en la manera en que el medio oficialista Realidades desde Holguín intentó “aclararlo”.
En su publicación de Facebook, la página aseguró que “el mediático hallazgo de ayer no se trató de ninguna cabeza”, sino de un “CRÁNEO ANTIGUO”. La frase, escrita en mayúsculas como si se tratara de un dato revelador, se convirtió en ejemplo de cómo un error de lenguaje puede arrastrar la credibilidad de todo un medio.
Decir “cráneo antiguo” no tiene ningún valor informativo. En periodismo, las palabras deben transmitir hechos verificables: quién, qué, cuándo, dónde y por qué. El adjetivo “antiguo” no cumple con ninguno de esos criterios. No dice cuán viejo era el cráneo, ni de dónde provenía, ni qué determinaron las autoridades, ni siquiera si el término se basa en algún análisis forense. Es una expresión vacía que, lejos de aclarar, confunde. Lo correcto habría sido escribir, por ejemplo: “Las autoridades investigan el hallazgo de un cráneo humano que podría provenir de una tumba profanada”. Eso es lenguaje informativo; lo otro es improvisación. Chealdad. Redacción burda, pedrestre, …
El error se agrava porque el medio insistió en marcar distancia entre “cabeza” y “cráneo”, como si esa diferencia semántica alterara la naturaleza del hallazgo. Pero un cráneo sigue siendo una parte de una cabeza humana. La distinción que pretendían establecer no elimina la gravedad del hecho: aparecieron restos humanos en la vía pública. En su afán por desmentir a los que llama “pseudo-influencers”, la nota cayó en lo que más debía evitar: la falta de precisión y el ridículo; convirtiéndose ellos en «PSEUDO-INFORMADORES».
Los comentarios lo evidencian: decenas de usuarios preguntaron si el cráneo “había estudiado con los (indios) taínos”. La burla colectiva no surgió del morbo, sino de la incoherencia.
Y, sin embargo, a pesar de la avalancha de críticas, Realidades desde Holguín jamás eliminó el error. La publicación sigue allí, intacta, con su frase en mayúsculas: “CRÁNEO ANTIGUO”. Ni una nota de rectificación, ni una edición posterior, ni una disculpa por la redacción. En periodismo y en comunicación, sostener un error evidente es tan grave como cometerlo
Lo que este episodio deja claro es que la credibilidad no se construye con consignas ni con desmentidos apresurados, sino con precisión, transparencia y respeto por el lector. Si un medio hubiera redactado correctamente la noticia —“se hallaron restos humanos en la vía pública, investigados por las autoridades”, por ejemplo—, el hecho habría pasado sin mayor ruido. Pero en Cuba, donde la prensa oficial confunde “aclarar” con “regañar”, el lenguaje se convierte en boomerang.





