En la edición digital del 25 de noviembre, Granma armó una escena perfecta para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: un texto lírico apoyado en cifras de la OMS, otro cable serio sobre la nueva estimación de la OPS para las Américas y, unas páginas más abajo, una pieza devocional dedicada a Diego Armando Maradona. Lo que faltó no fue información internacional, ni adjetivos, ni metáforas. Lo que faltó fue Cuba y una víctima cubana muy concreta que rompe el relato triunfalista: la joven que denunció haber sido abusada por el ídolo argentino cuando era menor de edad.
En el artículo Contra la mujer, ni el verbo ni el puño, Granma recurre incluso a versos de Buena Fe para abrir una reflexión sobre la violencia machista como “una de las injusticias más antiguas y generalizadas de la humanidad”. Se apoya en el dato de la OMS de que cerca de 840 millones de mujeres en el mundo han sufrido violencia al menos una vez en su vida y cita el nuevo informe que califica el fenómeno como una “emergencia de salud pública mundial”. El texto repasa escenas reconocibles: la mujer golpeada que miente sobre el origen de sus hematomas, los abusos dentro y fuera de la pareja, las consecuencias psicológicas y físicas de esa violencia. Es, en apariencia, una pieza alineada con la agenda global.
Cuando por fin aterriza en Cuba, la mirada se vuelve mucho más cómoda: en lugar de cifras, el periódico enumera leyes y programas. Menciona el artículo 43 de la Constitución, el Código Penal, el Código de las Familias y el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, como prueba de que el tema forma parte de la política social del Estado. No hay un solo número de feminicidios, ninguna referencia a cuántas cubanas han sido asesinadas, ni al hecho de que durante años las estadísticas públicas brillaron por su ausencia y tuvieron que ser reconstruidas por observatorios independientes como Yo Sí Te Creo en Cuba y Alas Tensas, que desde 2019 documentan asesinatos machistas ante la falta de registros oficiales accesibles.
Pero… Hay un detalle que redondea todavía más la contradicción. El propio texto de Granma abre citando versos del ya mencionado Buena Fe como si estuviera echando mano de un referente ético y sensible frente a la violencia de género. Pero Buena Fe tiene en su catálogo una canción titulada Nalgas, incluida en el disco Presagios, cuyo eje es precisamente la exaltación del cuerpo femenino desde un yo lírico masculino que se confiesa “presa del machismo ancestral” y reduce a la mujer a su atractivo físico: “Nalgas, dos joyas del baile, lírica del tacto”, dice la letra.
La pieza fue señalada en redes y espacios de debate como una de las canciones más sexistas de la música cubana reciente, hasta el punto de que en la propia página de Facebook de Granma, en medio de una discusión sobre contenidos machistas en la música, alguien la citó directamente como ejemplo: “La canción más sexista de la música cubana es ‘Nalgas’ de Buena Fe, reduce a una mujer bonita a su atractivo sexual”.

Que el órgano oficial del Partido utilice ahora a Buena Fe como soporte lírico para un texto sobre violencia contra las mujeres, sin hacerse cargo de esa polémica ni problematizar el machismo presente en parte de su obra, termina de mostrar hasta qué punto el feminismo que promueve es más decorativo que crítico.
La segunda pieza, firmada por Prensa Latina y titulada Violencia contra mujeres sigue siendo grave en América, afirma OPS, refuerza el mismo guion con otro ángulo geográfico. Granma reproduce las nuevas estimaciones de la OPS y la OMS: una de cada tres mujeres de 15 años o más en las Américas ha sufrido violencia física o sexual; una de cada cuatro, violencia de pareja; una de cada ocho, agresiones sexuales por parte de alguien que no es su pareja. La nota subraya que, pese a leyes y políticas nacionales, los avances son lentos y el problema “grave y persistente”. Vuelve a insistir en que el silencio nos hace cómplices. Pero, otra vez, el país que edita esa página no aparece con nombre y apellido en la parte incómoda de la foto.
Fuera de los medios oficiales, los datos disponibles cuentan otra historia. Solo entre 2019 y el 1 de octubre de 2025, los observatorios de Alas Tensas y Yo Sí Te Creo han documentado unos 300 feminicidios en Cuba, una cifra que ellas mismas describen como subregistro parcial. EFE recogía en octubre que, según esos mismos observatorios, en 2025 se acumulaban ya decenas de asesinatos machistas, mientras otras notas hablaban de al menos 35 y luego 40 feminicidios verificados en el año. Solo recientemente el Gobierno reconoció oficialmente 76 feminicidios en 2024, la tercera peor tasa de la región, y anunció la creación de un registro estatal que, por ahora, no es de acceso público. Nada de eso aparece en los textos de Granma que apelan a la conciencia colectiva contra la violencia.
El contraste se vuelve más agudo cuando se mira qué más decidió publicar el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba ese mismo día. En la sección de Cultura, otra firma de la casa celebraba a Diego Armando Maradona en un texto titulado El más profano y humano de los dioses. El artículo lo presenta como un dios popular, un héroe del Sur que nunca traicionó a los suyos, un símbolo de rebeldía frente a los poderes. Repasa sus goles, la mística de México 86, la “Iglesia Maradoniana” y el fervor casi religioso que lo rodea. Apenas admite, de pasada, que “cometió muchos errores en la conducción de su vida”, sin detenerse en lo que esos “errores” significaron para mujeres concretas.
Fuera del encuadre de Granma, hay al menos un nombre que desmiente la imagen del dios entrañable: Mavys Álvarez, la cubana que denunció haber iniciado siendo menor de edad una relación violenta con Maradona en La Habana y durante un viaje a Argentina.
En 2021 la mujer declaró ante la justicia argentina que sufrió abusos físicos y sexuales en un contexto de drogas, aislamiento y control, y describió cómo fue llevada a Argentina cuando tenía 16 años, lo que dio lugar a una causa por presunta trata de personas con fines sexuales contra miembros del entorno del futbolista, recogieron medios de gran prestigio como ESPNdeportes.
En 2024, un tribunal de casación ordenó reabrir la investigación para profundizar en la responsabilidad de esos allegados y de quienes facilitaron su salida del país siendo menor, destaca Infobae. Entre aquellos que «metieron las manos», no solo estaban ciudadanos argentinos allegados a Maradona, sino también el mismísimo Fidel Castro.
También ahí Granma guarda silencio. No hay una sola mención al testimonio de la cubana, ni al proceso judicial en curso, ni a la posible responsabilidad de funcionarios que permitieron aquel viaje. La misma edición del periódico que reproduce los datos de que “una de cada tres mujeres” sufre violencia en las Américas, y que advierte que callar nos vuelve cómplices, se permite convertir a Maradona en una figura casi sagrada sin confrontar el historial de acusaciones que lo vinculan con la violencia sexual contra una menor cubana.
El resultado es un retrato partido en dos. De un lado, un discurso que cita a la OMS y a la OPS, apela a la conciencia global y enumera leyes nacionales. Del otro, la ausencia casi total de cifras propias, la omisión sistemática de lo que dicen los observatorios independientes sobre los feminicidios en la isla y el elogio acrítico a un ídolo acusado precisamente de encarnar esa violencia que se denuncia en abstracto. Granma habla de la mujer golpeada que miente diciendo que “se resbaló”, pero no se atreve a ponerle pasaporte cubano a esas víctimas ni a revisar críticamente a los hombres poderosos que formaron parte del imaginario revolucionario.
La paradoja es que el propio periódico lo admite sin querer: “la violencia es un problema que compete a todos, por lo que el silencio nos hace cómplices”, cita al final del cable sobre la OPS. El problema es que, cuando toca mirar hacia dentro y cuando el agresor forma parte del panteón político o deportivo que la Revolución abrazó, ese mismo silencio vuelve a ocupar la página.





