Freno puesto al Parole Humanitario preocupa a todos

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La reciente suspensión temporal del programa de Parole Humanitario por parte del gobierno de Estados Unidos ha generado una preocupación generalizada, no solo entre aquellos que esperaban beneficiarse del programa, sino también entre aquellos que en el pasado fueron fervientes defensores del régimen cubano, conocidos popularmente como «comecandelas». Este término, ampliamente utilizado en Cuba, se refiere a aquellos individuos que se destacaron por su lealtad inquebrantable al proceso socialista, su apoyo al comunismo, y su participación activa en la defensa del régimen castrista.

Estados Unidos: Refugio de comunistas “arrepentidos”

En un giro irónico del destino, Estados Unidos, un país que durante décadas fue vilipendiado por estos mismos «comecandelas», se ha convertido en el destino preferido para aquellos que ahora buscan escapar del sistema que una vez defendieron con tanto fervor. Los programas de reunificación familiar y el Parole Humanitario han permitido que muchos de estos individuos ingresen al país que alguna vez consideraron el enemigo número uno de la revolución socialista.

Este fenómeno ha generado una mezcla de sorpresa e indignación dentro de la comunidad cubana en el exilio, especialmente entre aquellos que sufrieron la represión de los mismos que ahora llegan a suelo estadounidense en busca de una nueva vida. Para muchos, resulta paradójico que quienes alguna vez fueron los verdugos de la disidencia, ahora se conviertan en vecinos en ciudades como Miami, epicentro del exilio cubano.

Ejemplos emblemáticos: De funcionarios comunistas a “refugiados” en Estados Unidos

Casos recientes ilustran esta tendencia. Entre todos, los más emblemáticos son los de Misael Enamorado Dager, quien fuera primer secretario del Partido Comunista en Las Tunas y Santiago de Cuba; y el del recién llegado Manuel Menéndez Castellanos, ex primer secretario del Partido Comunista en Cienfuegos e integrante del Grupo de Apoyo de Fidel Castro, a quien los cienfuegueros llamaban jocosamente «Manolito Miel de Purga».

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Pero, no son los únicos. Dos casos, de dos fiscales, mujeres ambas, también han sonado las alarmas en el exilio. Una de ellas es la camagüeyana Rosabel Roca San Pedro, quien según reportes, se encuentra en México a la espera de su turno para cruzar la frontera.

La otra «ya llegó», aunque no pudo entrar y pidió Asilo Político. Se trata de la conocida Melody González Pedraza, quien intentó ingresar a Estados Unidos con un Parole Humanitario aprobado en la mano, pero fue rechazada en el aeropuerto de Tampa, donde quedó detenida hasta que fue enviada al Centro de Transición para migrantes en Broward. Allí está todavía, a la espera de una decisión judicial, mientras desbarra a diestra y siniestra sobre el sistema judicial y político cubano, haciendo «méritos», para que no la devuelvan a la isla.

La comunidad cubana en el exilio, especialmente en Miami, ha expresado su indignación ante lo que consideran un abuso de los programas de inmigración estadounidenses; generándose un debate sobre la coherencia y la justicia de las políticas migratorias, especialmente en lo que respecta a aquellos que tienen un pasado vinculado al régimen cubano.

La frustración entre los exiliados es palpable, ya que muchos de ellos fueron víctimas directas de las políticas y acciones de aquellos que ahora buscan escapar de las consecuencias de sus propios actos, y el único alivio que por el momento han encontrado es que el Parole Humanitario está suspendido momentáneamente.

El impacto de la suspensión del Parole Humanitario

La suspensión del Parole Humanitario ha detenido en seco las aspiraciones de muchos de estos «comunistas arrepentidos».

La revisión en curso por parte de las autoridades estadounidenses ha puesto en jaque a muchos que ya se encontraban en proceso de ingresar al país.

Los informes de fraude y las irregularidades detectadas en los patrocinadores han llevado a una revisión exhaustiva de cada solicitud, lo que ha incrementado la preocupación entre los que esperaban beneficiarse del programa. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha enfatizado que todos los beneficiarios del programa han sido sometidos a un riguroso proceso de revisión y verificación antes de su llegada a Estados Unidos, pero la pausa en el programa ha generado una gran incertidumbre, ya que aquellos que lograron ingresar antes de la suspensión ahora se encuentran en una posición delicada por si son denunciados por mentirle a las autoridades de inmigración.

Pero incluso, aquellos que no han mentido – o que tal vez sí – y están esperando no sabe lo que les espera, pues la verdad monda y lironda es que el futuro del Parole Humanitario es incierto.

La posibilidad de que el programa sea reactivado con cambios sustanciales está sobre la mesa, pero el clima político en Estados Unidos, marcado por las próximas elecciones, añade una capa de incertidumbre adicional.

Expertos en migración han señalado que el programa podría no regresar este año, especialmente si un candidato republicano gana las elecciones presidenciales, mientras se advierte que la eliminación del Parole Humanitario podría llevar a un incremento en los flujos migratorios irregulares desde Cuba hacia Estados Unidos.

La situación actual plantea un dilema tanto para Estados Unidos como para la comunidad cubana en el exilio. Mientras algunos celebran la posibilidad de que se frene el ingreso de antiguos comunistas por esta vía, que parece no revisarse exhaustivamente y que conlleva otros formularios y otras preguntas para la aprobación, otros temen que la suspensión del Parole Humanitario solo agrave la crisis migratoria y genere más tensiones entre los cubanos que buscan un futuro en tierras de libertad. Sobre todo, el fenómeno de los balseros, que tantas muertes ha provocado.

El destino de aquellos que «se comieron la candela» pero ahora buscan un nuevo comienzo en el «imperio yanqui» está más incierto que nunca; y casos como el Disnardo Raúl Pérez González, quien ayer fue subido a la base de datos de represores.com con «cargos» relacionados con abusos administrativos cometidos por motivación política; violación de los derechos amparados por la Declaración Universal de Derechos Humanos; discriminación laboral, violatorios del convenio 111 de la Organización INternacional de Trabajadores; abuso de autoridad, según Art. 133 CDC; y crímenes de lesa humanidad (persecución por motivos políticos) seguramente servirán de escarmiento para que, aquellos con planes de venir, lo piensen dos veces.

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