Con la serenidad que regala la burocracia, las estatuas de bronce de Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara —sentados en un parque de la colonia Tabacalera, como si aguardaran a ser contemplados— fueron retiradas por orden de la Alcaldía Cuauhtémoc.
La alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega argumentó sin vacilar que las esculturas, obra de Óscar Ponzanelli datada de 2017, habían sido colocadas sin los permisos requeridos por el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos (COMAEP), ni ninguna aprobación formal. Y mostró las pruebas.
“Ni el Che ni Fidel solicitaron vivir en Cuba… ni aquí; pero la ley se respeta”, sentenció en un video publicado en su cuenta de Instagram.
Desde su instalación, las figuras habían sido blanco de polémicas recurrentes: vandalizadas con pintura blanca y roja, pintas con la leyenda “Fuera AMLO” y en 2020 incluso protegidas por una valla antirrobo tras un primer intento de hurto, según recoge la web Sopitas.

La acción, sin embargo, parece una relectura de cuentos ya vividos. El síndico comunista calificó el retiro como un acto “anticomunista e impopular”, un agravio a la amistad entre México y Cuba , mientras la presidenta Claudia Sheinbaum sugirió reinstalarlas en otro sitio: “Si no quieren esto aquí, pongámoslas bien”, comentó con una mezcla de diplomacia y humor menguante .
En paralelo, y a apenas unas calles de allí, la famosa casa de María Antonia González, en José de Emparán 49, Colonia Tabacalera —donde en julio de 1955 Fidel y el Che se conocieron por primera vez— está clausurada, según pudimos conocer a través de unas fotografías publicadas en su cuenta de Facebook por el cubano residente en México hace ya una caterva de años, Federico Wilkins.
«»Fidel: Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.» (carta del Che Guevara, marzo 1965)… HOY casa de María Antonia González en calle José de Emperán 49 Colonia Tabacalera, a unos pasos del Monumento a la Revolución…, » dijo con evidente sarcasmo en su cuenta de Facebook, Wilkins.
Propiedad protegida por placa conmemorativa, el inmueble quedó «en remojo» por negligencias administrativas: falta de permisos, omisiones en mantenimiento y denuncias vecinales.
Wilkins luego visitó la cárcel de Sing Sing, perdón, el lugar donde está el banco que ocusurpaban Fidel y el Ché, y nos regaló unas preciosas fotos del banco vacío, con dos carteles hechos en cartón que dicen: Aquí va Fidel y aquí va el Ch.
El cubano mostró el banco y acompañó su post con la frase icónica de «¡Bibidi-Babidi-Bu!» (en español), frase mágica popularizada por Disney en la película Cenicienta (1950), pronunciada por el Hada Madrina cuando transforma objetos comunes en elementos de gala para ayudar a la protagonista a ir al baile. Una frase que, en su uso más general —y a menudo irónico o sarcástico— evoca la idea de que algo cambia por arte de magia, sin explicación lógica. En contextos actuales, usada para burlarse de decisiones improvisadas, resultados ilógicos o políticas que aparentan soluciones mágicas a problemas complejos. Como decir: “¡Voilà! Todo resuelto, como por encantamiento”… cuando claramente no lo está; como le sucedió a estos dos que, ayer estaban, y después no.
Sin duda alguna, el gesto es un gesto irónico: los símbolos de la revolución, tanto vivos en bronce como dormidos en piedra, están acorralados.
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