En medio de la severa crisis eléctrica que atraviesa Cuba —con apagones constantes y largas horas a oscuras— una frase se repite en bocas de fidelistas presuntamente inconformes con el sistema: “Esto con Fidel no pasaba”.
Y si hablamos de Fidel, aunque no lo querramos, aunque lo odiemos, hay un motivo para evocarlo. Porque en 1985, durante la emisión de la telenovela brasileña “La esclava Isaura”, ni él mismo se atrevía a quitarle la luz al pueblo. Es más: el entonces líder cubano ordenó suspender el racionamiento eléctrico para que el país completo pudiera seguir la trama en pantalla, según recoge Teletica.
Y es que aquella producción, estrenada en 1976, fue un fenómeno global que llegó a más de 120 países.
El impacto de Isaura en Cuba
En Cuba, el impacto de Isaura duró tanto que se ajustaron horarios, incluso de partidos de béisbol, para evitar cruces con el capítulo de la que muchos consideran actualmente fue la telenovela brasileña más vista en Cuba en todos los tiempos.
En las casas, papá que quería ver la pelota, se tenía que fajar con mamá que quería ver a Isaura. No pocos vecinos se ponían de acuerdo. Mi madre se iba para casa de Margarita, y «El Pingüino» subía del 2do piso, porque a Mercedes, su mujer, no había quien le quitara la novela.
Incluso el propio Fidel se censuraba, en ocasiones, bien pocas, es verdad, cuando hablaba en uno de sus interminables y letargantes discursos, porque sabía que detrás venía Isaura. De hecho, en una ocasión, el propio Fidel se refirió al asunto, al hablarle a alguien que – muy probablemente de su equipo médico – le hizo señas al reloj. Fidel miró el suyo y dijo: «Ya estoy terminando. Tranquilo, que vas a ver la novela».
Gente como Tamara dice recordar que «en una ocasión Fidel terminó a las dos de la mañana y a esa hora pusieron a Isaura».
«Como casi nadie la vio, al otro día tuvieron que repetirla», dijo. Lo recuerda porque, afirma, al otro día tuvo que ir a trabajar media dormida o dormida y media, luego de dormir apenas 3 horas pues a las 6:00am se despertaba para llevar las niñas a la escuela.
La anécdota es útil para retratar cómo se administraba la luz y el orden público en función de la televisión. ¿Se trataba de un verdadero cariño por la gente o un golpe de control social cuidadosamente calculado?
Hoy, muchos reclaman infraestructuras reales, termoeléctricas funcionales y combustible disponible. Esas pausas decretadas no resolverán hoy el desbalance actual. Cuba enfrenta apagones que afectan servicios básicos como hospitales, escuelas y transporte. La urgencia no es anecdótica. ¿O acaso basta con un episodio melancólico para levantar la marea de apagones que suman horas, miedo y protesta?
Entre nostalgias de novelas de ficción y apagones reales
La alusión a la esclava Isaura no es casual. Hoy muchos habitantes de la isla sufren apagones que superan las 18 horas diarias en varias provincias, especialmente desde los cortes masivos que comenzaron en 2024.
Sin embargo, en los años ‘80 la realidad era otra: para ver bien a Isaura y su sufrimiento esclavizado en la pantalla, se apagaban los racionamientos. No fue sólo cortar un tramo de luz: se suspendía el racionamiento eléctrico. Se paraba todo, al menos durante media hora, por la esclava blanca. Hoy, los esclavos, están del otro lado de la pantalla.
Otros recuerdan con humor aquella era de prioridades nacionales por telenovela. Algunos cubanos pensarán que lo que faltan ahora no son megavatios y, como broma, que ya sabemos bien cómo piensan algunos defensores del sistema, quien sabe si hasta susurran: “Tal vez los cubanos no necesitamos mejores termoeléctricas, sino mejores telenovelas brasileñas”.

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