Ecuador impone requisito de visado a los cubanos, mientras La Habana abre embajada en Seúl
En una jugada diplomática que refleja tensiones migratorias y cambios en la estrategia internacional cubana, dos anuncios recientes marcan el escenario actual: Ecuador, el primer país de la región que de la mano de Rafael Correa abrió el banderín para que los cubanos comenzaran, primero a ser mulas, luego a emigrar en masa cruzando las selvas, ríos y montañas de una docena de países, ha comenzado ahora a exigir una visa de tránsito a los nacionales cubanos.
Tal parecería que no llegaba nunca el anuncio pero llegó. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de Ecuador anunció la exigencia de una visa de tránsito para todos los ciudadanos de países que ya requieren visa de entrada, entre ellos Cuba, a partir de este junio de 2025, según reseñan medios como El Nuevo Herald.
Esta disposición no deja solo a Cuba – ni crean los cubanos que solo les tocó a ellos – pues incluye a otros 45 países, y responde a una estrategia de reforzamiento de la seguridad y control migratorio frente al crimen organizado, en especial la trata de personas y el tráfico ilegal de migrantes.
Según comunicados oficiales, la visa de tránsito obligará a los viajeros a gestionar el permiso diplomáticamente —usualmente ante la embajada de Ecuador— incluso cuando su estancia en territorio ecuatoriano sea exclusivamente aérea. La medida complica las rutas tradicionales usadas por cubanos para migrar hacia Norteamérica, incrementando costos, tiempos y burocracia.
El presidente Daniel Noboa ha calificado la situación interna como un «conflicto armado» contra bandas criminales, y este paso se enmarca dentro de esa estrategia de seguridad. Además, recientes operativos en los que se detuvieron redes relacionadas con el narcotráfico han reforzado la narrativa estatal de urgencia .
Diplomacia expansiva: embajada en Seúl
En paralelo, otra noticia que involucra a la diplomacia cubana y a los cubanos, igual de impensable años atrás, se ha materializado: el gobierno cubano ha inaugurado su embajada en Seúl.
Tras el establecimiento de relaciones formales con Corea del Sur el 14 de febrero de 2024. La Habana ha decidido que es el momento de poseer una representación consular en ese país, limítrofe y antagónico en todos los sentidos con su similar de Corea del Norte; reconocido amigo de La Habana.
La ceremonia tuvo lugar el pasado martes 10 de junio en el céntrico distrito de Jung, y contó con la presencia de delegados oficiales de ambos países, así como representantes de otras naciones latinoamericanas. Por La Habana, se encontraba presente el director de Asia y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Ariel Lorenzo Rodríguez; mientras que por Seúl, el representante fue el director general para Asuntos de América Latina y el Caribe del Ministerio de Asuntos Exteriores surcoreano, Lee Joo-il.
La apertura, señala Yonhap News, materializa un giro estratégico de La Habana: diversificar relaciones y reubicar su política exterior lejos de su alineamiento tradicional con Corea del Norte.
Lorenzo Rodríguez destacó que esta nueva etapa busca profundizar el comercio, inversión y cooperación en sectores clave como tabaco, productos biofarmacéuticos, miel y café. Por su parte, el embajador Claudio Monzón Baeza subrayó el valor de los intercambios culturales y deportivos que precedieron este paso diplomático. Ambas maneras, muy diplomáticas de decir que algo esperan rasparle a un país al que durante años boicotearon, como se hizo, por ejemplo, en el año 1988 cuando La Habana impidió que sus atletas asistieran a los Juegos Olímpicos en solidaridad con la vecina y socialista Pyongyang.
Corea del Sur, por su lado, había sido mucho más rápida y ya había abierto embajada en La Habana en enero de este año, nombrando a Lee Ho‑yul como su primer embajador permanente. En Seúl, Lee Joo‑il, garantizó apoyo a la misión cubana y dijo que la sede facilitará negociaciones y colaboración bilateral.
La convergencia de estas decisiones refleja cómo las naciones latinoamericanas y caribeñas actúan tanto con cautela como con ambición en un escenario global cada vez más complejo.
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