La crisis energética ha puesto a prueba la resistencia del pueblo cubano, pero también la del gobierno de Miguel Díaz-Canel.
Tras más de 72 horas sin electricidad, agua ni gas, las protestas han comenzado a aflorar en las calles, rompiendo el prolongado silencio de la población ante el deterioro de sus condiciones de vida.
En ciudades como La Habana, Santiago de Cuba y Holguín, los cubanos han salido a las calles a exigir una solución a los constantes apagones y la falta de servicios básicos, algo que el gobierno no había enfrentado de manera tan abierta desde las manifestaciones de julio de 2021.
Díaz-Canel ha respondido con amenazas, recordando su disposición a reprimir cualquier forma de protesta, tal como ocurrió en las manifestaciones del 11 de julio.
Sin embargo, la creciente desesperación de la población parece estar superando el miedo a la represión. Los cacerolazos, una forma tradicional de protesta en Cuba, se han escuchado en varias ciudades, y los ciudadanos comienzan a organizarse de manera más abierta, a pesar de la presencia militar en las calles.
El gobierno, por su parte, ha intentado justificar la crisis señalando al embargo estadounidense y a las dificultades económicas que enfrenta el país.
Sin embargo, los cubanos parecen cada vez menos dispuestos a aceptar estas excusas. Mientras la situación sigue deteriorándose y la capacidad de generación eléctrica sigue siendo insuficiente para cubrir toda la demanda, muchos cubanos ven en estas protestas una oportunidad para expresar su hartazgo y exigir cambios reales en el país.
«Ninguna potencia extranjera ha invadido el país en este octubre de 2024; no ha ocurrido un terremoto; ningún devastador huracán ha atravesado la Isla; no hay una guerra civil ni se ha desatado una epidemia. El Parlamento no se ha declarado en rebeldía desaprobando las leyes que le envía el Gobierno para su consideración, los militares permanecen en sus cuarteles, no se han producido explosiones sociales como las ocurridas en julio de 2021, ni siquiera ha aflorado una desavenencia en las filas del Partido Comunista. Ni incendios forestales, ni plagas, ni tornados, pero sin embargo, se amplía el consenso de que la actual situación es la inequívoca señal de una crisis terminal,» señalaba en un artículo publicado en 14ymedio, el periodista Reinaldo Escobar.
Si uno mira y repasa lo dicho, y se enfoca en la espiritualidad del cubano, concluye en lo mismo que concluye Escobar. El régimen cubano es como un moribundo que, enfermo de cáncer es atropellado por un tren, al mismo tiempo que lo golpea un rayo. De alguna de las tres cosas se va a morir; lo único que no se sabe es «cuándo».
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