Las historias de cubanos que pasan de la esperanza al desamparo son cada vez más comunes. Ya sea en las calles de Miami o en las avenidas de La Habana, los testimonios de quienes cayeron desde la estabilidad hasta la indigencia reflejan las grietas sociales y económicas que atraviesan a la Isla y su diáspora. Entre ellas, destacan casos como el de Lisandra y el de varios periodistas independientes en Cuba, que ilustran la fragilidad de los sueños cuando se enfrentan a la dura realidad.
De la farándula habanera a las drogas en Miami
Lisandra, una cubana de 31 años, fue encontrada en las calles de Miami sumida en la adicción y la indigencia. Atrás quedaron sus días de vida social activa en La Habana. La transición a Estados Unidos, que muchos ven como un sueño, se convirtió para ella en una pesadilla.
@conductadade ¿Conoces a Lisandra? 💔 Ayúdanos a encontrar a su familia o amigos para brindarle el apoyo que necesita. Escríbenos en privado si tienes información. #miami #miamidade #miamidadecounty ♬ original sound – Conducta
Fue su amiga Jenny, quien a través de TikTok la reconoció en un video sobre personas sin hogar, la que decidió buscarla y no abandonarla hasta rescatarla. Tras días de insistencia y la ayuda de las autoridades locales, Lisandra fue trasladada a un centro de rehabilitación. Su historia evidencia que el exilio no siempre es sinónimo de bienestar y que el abismo del olvido está a solo un paso para muchos migrantes.
@___jenny0824 Estamos muy felices hoy @Lisbeth Delis Perdomo 🥰❤️quiero mi Lisandra, mi Duraka de vuelta 🙏❤️#reels #lisandra #calles #dowtown ♬ sonido original – Soy Pentecostal
Periodistas cubanos: del teclado a la pobreza extrema
Mientras Lisandra lucha en Miami, en Cuba varios periodistas independientes enfrentan otro tipo de infierno, según recoge un texto publicado por Diario de las Américas.
Juan González Febles, director del desaparecido semanario Primavera Digital, un medio pionero del periodismo independiente cubano, sufre demencia senil y vive en la miseria junto a su esposa, Ana Torricela. La pareja, que dedicó su vida a visibilizar la otra cara de Cuba, ahora sobrevive gracias a la caridad de amigos. A Febles le han tenido que imprimir en su pulóver el número telefónico de su casa, para que puedan llamarlos cuando él se extravíe.
Héctor Julio Cedeño, otro veterano de la prensa libre, vende maní y caramelos para comer. Días atrás fue golpeado y arrestado por la policía tras exhibir un cartón con la frase “Abajo la dictadura”.
Pablo Marchán, periodista caído en el anonimato, vive en las calles de La Habana y se alimenta de la basura. La vejez y la enfermedad también han condenado a figuras como Martha Beatriz Roque y el fallecido Vladimiro Roca a una precariedad indigna.
Estas historias recuerdan que, en Cuba y fuera de ella, el precio de la libertad o la simple búsqueda de una vida mejor puede ser demasiado alto. Y que, en muchos casos, los que un día informaron y denunciaron las injusticias, hoy son víctimas del mismo sistema que combatieron.
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