La Habana amaneció con dos historias que retratan, desde ángulos distintos, una misma sensación de desamparo.
La plataforma Nio reportando un crimen, convertida en altavoz ciudadano ante el silencio de los partes oficiales, difundió primero el asesinato de Andrés Cancañón, conocido por sus allegados como Papito Cancañón, en el barrio Café de Colón, municipio Arroyo Naranjo. Horas después, publicó la muerte bajo investigación de Lexter René Machado Ibarra, vecino del Vedado, hallado inconsciente en la vía pública y fallecido al día siguiente en el Hospital Calixto García a causa de una fractura craneal. Dos episodios separados por kilómetros y contextos, pero unidos por la misma pregunta que hoy repiten los vecinos: qué está pasando con la seguridad en la capital.
En el caso de Andrés Cancañón, el relato vecinal estremece por su crueldad: amordazado, atado con alambre, estrangulado e introducido en su propia nevera, habría permanecido allí varios días hasta que un sobrino, preocupado por su silencio, encontró el cuerpo.
Vivía solo y tenía familiares en Sagua de Tánamo, Holguín, que viajaron a La Habana tras conocer la noticia. La publicación encendió un torrente de reacciones, desde pedidos de justicia hasta hipótesis sin confirmar que apuntan al entorno más cercano. Entre agradecimientos a la página por “decir lo que no sale en los medios” y reproches de quienes reclaman mayor verificación antes de divulgar, se coló el mismo hilo conductor: el miedo a que la violencia desborde las puertas de la casa.
El segundo caso expone una dinámica menos visible, pero igual de inquietante.
De acuerdo con el recuento de Nio reportando un crimen, Lexter René Machado, nacido en 1971, salió el domingo 19 de octubre y no regresó. Su esposa, que permaneció en casa el lunes, encendió las alarmas al día siguiente y los familiares comenzaron a preguntar por su paradero. Poco después supieron que el domingo por la noche había sido encontrado grave en la intersección de Paseo y Zapata, trasladado al Calixto García y diagnosticado en coma. Murió el 22 de octubre por un traumatismo craneal. No hay detenidos ni sospechosos identificados oficialmente, y la policía investiga la posibilidad de una muerte violenta.
La conversación que siguió a la denuncia revela un puñado de pistas comunitarias que, de tomarse en serio, podrían ayudar a aclarar los hechos. Un usuario recordó que en la esquina de Paseo y Zapata hay un negocio particular que podría tener cámaras; del otro lado está un Cupet del Ministerio del Interior y, en la cuadra, un centro de trabajo. También llegaron mensajes de condolencia, señales de incredulidad y el reclamo insistente de preservar cualquier imagen o testimonio de esa noche. Lo mismo ocurrió con el caso de Arroyo Naranjo: entre el pésame y la indignación, los vecinos piden una pesquisa profunda y resultados visibles.
Ambas historias vuelven a situar a @nioreportandouncrimen en un lugar incómodo y, a la vez, necesario: el de plataforma que cataliza denuncias en tiempo real, da nombres, calles y horarios, y empuja a las autoridades a responder.
Su audiencia se ha convertido en una suerte de asamblea permanente donde se cruzan dolor, sospechas, agradecimientos y acusaciones. Hay quien cuestiona el modelo y exige mayor contraste de datos; otros recuerdan que, en un sistema informativo opaco, estas páginas son la única puerta de entrada a una realidad que no suele aparecer en los partes oficiales.
También hay quien lo ataca, cuando en publicaciones como esta otra, pidió testimonios y datos sobre un presunto apuñalamiento ocurrido en el municipio de Remedios, Villa Clara.
Según publicó en la propia plataforma, la víctima habría sido identificada como un joven llamado Henry, mientras que la agresora sería una menor de edad, identificada por usuarios como Lindabel Sánchez Rojas, en lo que habría sido un ataque motivado por celos.
Licea pidió a la comunidad que le escriba de forma privada para ampliar la información, en un intento por confirmar la veracidad del hecho y esclarecer las circunstancias en que ocurrió, y fue de inmediato cuestionado y acusado de «chismoso».
De todos es conocido el desconocimiento mayúsculo e ignorancia en un gran sector de la sociedad cubana, sobre todo en generaciones más jóvenes que no conocen la existencia de este tipo de periodismo y que, en ocasiones, el periodista o comunicador precisa de la colaboración ciudadana, sobre todo en contextos de totalitarismo, como es el caso de Cuba, donde todos los medio responden a los intereses del único partido político permitido en la isla que, a su vez, insiste en demonizar y ocultar la mayor cantidad de información posible; sobre todo en los casos de violencia, que desmienten el mito de país seguro que durante décadas, han pregonado nacional e internacionalmente.
El post, como otros de la página, generó tanto reacciones de apoyo como críticas, pero volvió a demostrar el papel de esta plataforma como espacio de denuncia y vigilancia ciudadana en un país donde los medios oficiales rara vez informan sobre delitos violentos.



















