Los grupos de compra-venta online que se han puesto de moda en Cuba empiezan a ser terreno fértil para quienes se dedican al mercado del sexo online; o peor aún, para los que usan ese servicio, prohibido además en el país, para estafar a las ingenuas víctimas.
Las fotos de mujeres jóvenes que nada tienen que ver ese fin, pero que físicamente pudieran coincidir con su prototipo, suelen compartirse con mensajes provocativos e invitaciones sexuales que enloquecen a más de uno: “Me siento loca y con ganas de hacer travesuras, escríbanme al Whatsapp, estoy disponible”, dice una de las fotos compartidas en el grupo público “Revolico Artemisa”.
La popular plataforma cubana Revolico ha sido mudada a Facebook por sus propios usuarios e ingeniosamente segmentada en una suerte de grupos provinciales en los cuales se anuncia absolutamente todo: desde ventas particulares de ropa y accesorios, hasta productos y servicios no estatales que vienen a ser medio de supervivencia para los cubanas. Es así que existe el “Revolico Artemisa”, el “Revolico Habana” o hasta otras páginas con el nombre de determinados municipios y donde se pueden encontrar, incluso, hasta las noticias que no cubren los medios oficiales.
“Mi amiga está solita en casa y con ganas de hacer travesuras. Ella es tímida y a la vez atrevida, escríbanle a su Whatsapp”, se lee en otra de las imágenes. Casi siempre se trata de chicas jóvenes, menos de 30 años por lo que aparentan. Escogen fotos en las que posen de algún modo sensual y que muestren sus curvas o atractivos físicos.
Algunos usuarios que ven las publicaciones caen totalmente en el juego. Dejan comentarios desesperados, preguntando por tipos de servicios y haciendo ofertas; otros simplemente las ofenden y exigen respeto o les aconsejan que se alejen de esas actividades. Pero sucede que algunos simplemente las reconocen y aclaran que se trata de malos entendidos.
“No sé qué tipo de oferta están haciendo, pero si es del tipo sexual hay que respetar un poco más. Esa muchacha es de mi municipio y es alguien que no se presta para eso. El administrador del grupo, que esté atento”, escribió una mujer. Mientras que otro integrante del grupo apostó a que se trataba de perfiles falsos y recordó que casi todas las fotos tenían el mismo mensaje, solo cambiaban a la muchacha y algunas veces el número de teléfono al que se debía llamar.
“Están cogiendo la imagen de esa muchacha para este tipo de cosas desagradables, no sé qué ganan con eso”, opinó un hombre en otra de las publicaciones. Al tiempo que un muchacho le contestaba: “Asere qué manera de reírme, mira que hay bobos que todavía caen en esto. Son tipos los que lo hacen, no son mujeres reales”.
Casi siempre quienes se encuentran detrás de estas falsedades buscan estafar a los que pecan de ingenuos. Y es así que, por ejemplo, exigen primero transferencias de saldo o de dinero, para luego dejar en ascuas al presunto cliente. Aun cuando son los propios usuarios quienes advierten al respecto en la propia publicación, muchas personas cuyos manejos básicos en redes sociales no les permiten ni siquiera buscar un comentario y mucho menos discernir entre perfiles reales o falsos, caen en la trampa y propician el malvado juego de los otros.
Lo peor, sin embargo, resulta la reputación perdida por las muchachas, el uso indiscriminado de la imagen personal de alguien, una muer en este caso, y lo que eso puede luego influir en cualquier ámbito de su vida. La privacidad en redes sociales está siendo un asunto que no por advertido ha dejado de ser menos peligroso. Cada día son muchas las personas que se ven burladas y ofendidas en los espacios virtuales por causa de la tendencia a confiar lo privado en el ciberespacio.
Proteger las contraseñas y no aceptar personas desconocidas solo por aumentar tu lista de seguidores son apenas dos de los consejos básicos para evitar el daño que pueden causar los perfiles falsos. ¡Cuidado, chicas! Ustedes y sus fotos podrían ser las próximas víctimas.
