Dos sucesos recientes, distantes entre sí por geografía y contexto, han colocado a ciudadanos cubanos en el foco noticioso en México, pero no precisamente por méritos positivos. Uno involucra a un presunto agresor detenido por violencia de género, y el otro a víctimas de un ataque armado en el estado de Hidalgo. En ambos casos, la nacionalidad de los involucrados vuelve a aparecer con fuerza en los encabezados, alimentando percepciones diversas —y muchas veces injustas— sobre la comunidad cubana en el país.
El primero de los hechos se remonta a mayo de 2024 en Puebla, donde Lázaro Rudy N., un cubano, fue señalado por acuchillar a su pareja sentimental luego de que ella expresara su intención de terminar la relación.
Tras la agresión, en la que la víctima sufrió heridas en las manos, el hombre huyó a la Ciudad de México, donde se mantuvo oculto hasta su reciente captura.
Ahora, la Fiscalía de Puebla confirmó su detención y traslado, informando que será procesado por violencia familiar y lesiones, según revela en una publicación la internauta y activista cubana Irma Broek.
El caso, que ha sido reseñado por varios medios mexicanos, como Parabolica, y NMás, vuelve a poner en la mesa el drama persistente de la violencia machista, esta vez con acento extranjero y un historial migratorio incierto.
Casi al mismo tiempo, la madrugada del viernes 25 de julio de 2025, un tiroteo frente al bar “El Bárbaro” en Mixquiahuala, Hidalgo, dejó dos muertos y al menos un herido, reseña el diario mexicano La Jornada.
Uno de los fallecidos, identificado por amigos como Erlan o “Erlancito”, era un cubano que recibió cuatro impactos de bala, incluyendo uno en el pecho y otro en el abdomen que le perforó órganos vitales, según detalló por su parte Nuevo Gráfico, que mostró imágenes del cuerpo, cubierto, en el arcén.
Aunque el cubano fue trasladado con vida al hospital, no logró sobrevivir. Otro cubano, también presente durante el ataque, recibió un disparo en la pierna y se encuentra fuera de peligro. Según versiones preliminares, los sicarios dispararon desde una camioneta negra contra personas que acababan de salir del bar. Hasta el momento, no hay detenidos, reseñó por su parte en su noticiario, Milenio.
Estos episodios, tan distintos en naturaleza como en consecuencias, revelan una misma constante: la vulnerabilidad —y en ocasiones, la exposición negativa— de los cubanos en México. Algunos llegan huyendo del hambre o buscando oportunidades, otros arrastran historias rotas desde el origen.
Y aunque es injusto juzgar a una comunidad entera por hechos aislados, la acumulación de noticias como estas, a la que suma la muerte de otro joven cubano, que resultó asesinado en un tiroteo en Veracruz, mientras intentaba asaltar a una persona, ayuda a moldear percepciones sociales. Percepciones que, como siempre, corren el riesgo de ser más ruidosas que las verdades más complejas y humanas que subyacen detrás de cada caso.





