Antiguos alumnos del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas de Ciego de Ávila compraron una casa a quien fuera su profesor, Fermín Évora, tras recaudar casi 5.000 dólares en las últimas semanas.
Según explicó en su perfil de Facebook Guillermo Rodríguez, exalumnos de Évora que hoy viven en Cuba y otras partes del mundo reunieron lo suficiente para entregarle un hogar digno al maestro de varias generaciones de profesionales.
Si bien no fue fácil llevar a cabo el engorroso trámite, el propio maestro de Matemáticas escogió una vivienda ubicada en la localidad de Patria, cerca de la ciudad de Morón, cuyo título de propiedad ya tiene en sus manos.
De acuerdo con sus pupilos, el profe Évora vivía en una zona avileña rural donde el transporte escasea, por lo que debía “recorrer tres kilómetros a pie (cada mañana y cada tarde), bajo lluvia o sol, para llegar hasta la carretera donde espera el ómnibus que lo lleva hasta la escuela donde está recontratado”.
Como el señor, enfermo y jubilado, no tiene hijos ni familiares que residan con él, sus discípulos también lo han ayudado con medicamentos y alimentos.
Además de exponer con esta acción la situación de miles de ancianos en Cuba que enfrentan serios problemas de vivienda, los alumnos de Évora dejaron clara la influencia que éste tuvo en sus vidas.
“¿Cuánto bien tuvo que hacer un maestro para que sus alumnas y alumnos lo recuerden de esa forma y acudan en masa movidos por los afectos? ¿Cuánto ejemplo y cero mancha en el carácter y las acciones permanece en sus memorias?”, preguntó Rodríguez sobre una movilización que fue contundente.
En igual sentido, hay que destacar que la iniciativa de estos cubanos ha ganado miles de likes en redes sociales, donde han calificado a Évora como “una bella persona”, que se merece “todo lo bueno del mundo”.
“Lo que no logra el cubano no lo logra nadie”; “Más que merecido por la obra de toda la vida”; “Su mirada de agradecimiento es mágica” y “Debió ser un gran profesor”, comentaron algunos usuarios sobre el “sublime” gesto.






Fui su alumno en Ceballos 3 en 1994 y 1995, quizás el peor de todos los que alguna vez tuvo y aun así le recuerdo con cariño. Me alegra saber que le han ayudado, reciprocando así lo mucho que nos ofreció, y a la vez me entristece saber que, ya anciano y jubilado, no haya tenido un mejor destino. Gracias por todo Évora!