«No me detuvo la dictadura, ¿me vas a detener tú?», dijo en Facebook el cubano cuando vio que le pusieron la bota de mal parqueado al carro.
¿Qué hizo? Pues cambió la goma y se la llevó.
Un usuario identificado en Facebook como Perico Pérez – un nombre un tanto rocambolesco, pero con foto real – ha revolucionado las redes con una hazaña digna de ingeniería callejera y picardía criolla: al encontrar su carro inmovilizado con una «bota» en una de las ruedas por estar mal estacionado, decidió no esperar ni pagar. Simplemente cambió la rueda entera por la de repuesto y se llevó en el maletero la rueda original… con la bota puesta.
El hecho, documentado con fotos, fue acompañado por una frase que encendió aún más los ánimos: “No me detuvo la dictadura, ¿me vas a detener tú?”. La publicación, entre bromas, halagos, indignación y advertencias legales, ha acumulado cientos de reacciones.
Mientras algunos aplaudieron su osadía —“Grande”, “Te fachaste el candado”, “La NASA lo anda buscando”— otros advirtieron que la jugada puede salir cara. Como comentó Alberto Guzmán: “Eso conlleva un cargo criminal por robo. Y la multa igual te la aplican porque ya tienen la info del carro”.
Sin embargo, otros usuarios contradijeron esta versión. Ortelio Reyes relató que, tras pagar su multa, también se llevó la bota cuando nadie vino a retirarla: “Trabajé y tuvieron que esperar para que se la entregara”. Luis Arturo Romero aclaró que en su caso el cepo fue puesto por una empresa privada del condominio donde vive, y el proceso incluía recibir un código para desbloquearlo. Si no se devolvía, se acumulaban $70 por día.
Las reacciones no se hicieron esperar. “Eso es un negocio para robarte el dinero”, sentenció Aurelio. Otros, como Calderín Raúl, lo justificaron con tono libertario: “Lo que está en mi carro es mío. No te mandé a ponerla. Eso es pensamiento izquierdista”. En la misma línea, alguien propuso andar con una pulidora de batería para cortar cualquier traba en tiempo récord.
El post también desató reflexiones más profundas: Miguel Ac escribió que la frase de la dictadura como comparación era desafortunada. “No nos detuvo la dictadura, pero sí nos obligó a irnos. No es heroísmo, es huida. Todos fuimos cobardes, yo incluido”, confesó.
Mientras tanto, otros usuarios señalaron que el acto, por más gracioso que parezca, puede tener consecuencias. Desde daños al historial crediticio hasta posibles deportaciones.
“Después lloran porque ICE los busca”, ironizó un comentarista. Y alguien cerró con sabiduría popular: “Por ahorrar el quilo, pierdes el peso. Esa bota te va a salir en 300 dólares”.
Una acción rápida, efectiva y viral. ¿Ingenio o torpeza? ¿Rebeldía o estupidez? Lo cierto es que la frase ya quedó inmortalizada: “No me detuvo la dictadura, ¿me vas a detener tú?”.
Pero… ¿Qué hacer si te ponen una bota como a Perico en la rueda del carro?
Aunque el truco viral de Perico Pérez arrancó carcajadas y aplausos en redes, lo cierto es que la mayoría de los conductores que se enfrentan a una “bota” inmovilizadora en su vehículo no deberían seguir su ejemplo. Hay un procedimiento establecido, y romperlo puede traer consecuencias mucho más costosas que una simple multa, como bien le aclararon algunos en su publicación.
Lo primero es revisar si en el parabrisas o en la misma bota hay un aviso con un número de teléfono. Por lo general, estos dispositivos no los coloca la policía, sino empresas privadas contratadas por complejos residenciales, centros comerciales o zonas urbanas. Al llamar, se te solicitará información básica: número de matrícula, dirección y, cómo no, el pago de la multa.
El monto varía, pero puede rondar entre 75 y 150 dólares, dependiendo del lugar y si es la primera infracción. Una vez realizado el pago, hay dos posibilidades:
- Te entregan un código de desbloqueo para que retires tú mismo el dispositivo (si es electrónico), y luego lo devuelvas.
- Envían a un operario para quitarlo, aunque esto puede demorar entre 30 minutos y hasta 3 horas, dependiendo de la disponibilidad y el horario, lo cual puede resultar bastante problemático y molesto pero… ¿quién te manda a parquear mal?
El caso de Miami: ¿Qué es mejor? ¿Que te pongan la bota o te lo lleve la grúa?
En teoría, que te pongan una bota debería ser una alternativa más benévola que llevarse el carro con la grúa: el vehículo sigue ahí, no tienes que ir a buscarlo a un depósito, y todo se resuelve con una llamada y un pago.
Sin embargo, en la práctica —y especialmente en la ciudad de Miami, ciudad donde habita la mayor cantidad de cubanos en todo el exilio— eso depende mucho del tipo de bota y de quién la haya colocado. Si es una bota moderna, de las que se desbloquean con un código que te dan al pagar, el proceso puede ser rápido y hasta práctico; pero, en la mayoría de los casos documentados en Miami, lo que se usa son modelos obsoletos que requieren la visita de un operario. Y ahí empieza la odisea: esperas largas, poca disponibilidad de personal y mucho tráfico, que impiden que la persona llegue tan rápido como deseamos. Sí, lo sabemos. Sabemos cómo se pone el 836, el Palmeto, la I-95 y el Turnpike, especialmente en horarios pico.
Por otro lado, que te remolquen el carro con la grúa suele ser más caro y burocrático, pero paradójicamente puede resolverse más rápido. Al menos sabes dónde está tu auto, cuánto debes y a dónde ir. La desventaja es clara: además de la multa por la infracción, hay que pagar el servicio de remolque y el tiempo que el carro pase en el corralón, lo cual fácilmente puede superar los 300 dólares.
Así que, puestos a escoger entre lo malo y lo peor, muchos preferirían una bota con PIN electrónico. Pero si la opción es entre una bota vieja que nadie viene a quitar o una grúa que se lo lleva todo de una vez, hay quienes, como Perico Pérez, deciden tomar la justicia por su cuenta… y sacar la goma con todo y traba.
Lo que sí no debes hacer: lo que hizo Perico.
Intentar quitar la bota a la fuerza, romperla, o llevarse la rueda completa —como hizo Perico— puede interpretarse como daño a la propiedad ajena o robo, especialmente si el dispositivo no fue pagado ni devuelto. Además, aunque logres irte con el carro, la infracción no desaparece: la empresa tiene el número de placa y puede transferir la deuda a una agencia de cobros, afectando incluso tu historial crediticio.
En casos muy puntuales, como acumulación de multas no pagadas o sanciones más graves, algunas autoridades locales sí pueden colocar botas, aunque lo más común en esos casos es que directamente remolquen el vehículo.
Así que antes de jugar al escapista urbano, vale más hacer una llamada, pagar lo debido y evitar que la anécdota graciosa termine en líos legales… o en una historia de deportación.
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