Traslado de cádaveres de dos en dos – sin que hayan tenido relación en vida – es una de las tantas cosas malas que se recogen en una denuncia sobre una funeraria, que realizó a través de la sección Acuse de recibo, del diario oficialista Juventud Rebelde, un cubano identificado como Gilberto Salabarría Blanco, residente en el barrio de Cojímar, en La Habana.
El cubano denunció, de modo general, las pésimas condiciones en las que se encuentra la funeraria de Guanabacoa, y dijo además que allí faltan muchas cosas; entre ellas cristales en las puertas y en las ventanas (algunas de ellas tapadas con un nylon); un baño sin iluminación, donde para no caerse o poder las personas orientarse dentro, tienen que dejar una ventana abierta.
Los males de la funeraria de Guanabacoa denunciados por el cubano, no terminan ahí. Gilberto denuncia también las paredes de las capillas raspadas o faltas de pintura; y el motor del agua roto, desde hace tres meses, por falta de «una pieza».
El problema entonces, con el agua, dice el cubano en su denuncia contra las pésimas condiciones de la funeraria en Guanabacoa, se resuelve con el acostumbrado y lógico trasiego desde la cisterna, hasta el baño, del cubo con agua.
Son pocos los cubos, algunos parecen propios de limpieza, pero así y todo se meten dentro de la cisterna para extraer el agua y depositarla en un tanquecito.
Sin embargo, nada parecer superar – ni ser culpa del socorrido «bloqueo» que utilizan en la isla para justificarlo todo – que los muertos se trasladen de dos en dos, en un carro pequeño, que es o parecer ser, la gota que colmó el vaso de la paciencia de este cubano.
Revela en su misiva que el día que veló a su madre en la funeraria, no solo los empleados fueron imprecisos con el horario, sino que su madre viajó acompañada hasta lo que sería su última morada, con otra persona, fallecida también, con la que ni siquiera guardaba relación. Ni en la vida ni cuando les llegó la fatídica muerte. Hago la aclaración porque lo he visto en casos de accidentes múltiples, pero este no parece ser el caso.
El cubano señala que, del mismo modo en que ocasionalmente se acometen arreglos en los barrios, también se debe prestar énfasis a las funerarias, «de manera que familiares y amigos despidan a sus seres queridos con la decencia y solemnidad que requieren los finales de una existencia», explica en su nota.
El cubano, consciente de la difícil situación económica por la que atraviesa el país, señala que «no hace falta una millonada de pesos» para el mantenimiento de estas, sino establecer un diagnóstico primero, y luego con sistematicidad, ir «pasándole la mano».
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