Un nuevo cruce de testimonios en TikTok ha reavivado el debate dentro de la comunidad cubana: ¿se debe viajar a Cuba en este momento, o es mejor no arriesgarse ni con el dinero ni con el estatus migratorio? ¿Se está diciendo toda la verdad o solo se proyectan experiencias puntuales que pueden distorsionar la realidad?
Por un lado, una joven cubana desde Matanzas, identificada como @sheyreyes032, pidió abiertamente que nadie viajara a la isla. Lo hizo sin ambages: “La primera cosa que tienes que traer es una maleta… pero no de ropa, mi amor, sino de dólares”, dijo con un tono sarcástico que le ha valido más de 13 mil reacciones en TikTok.
Denunció, con claridad, que los precios en Cuba “son como en Dubái”, y que para sobrevivir siquiera unos días hay que cargar con todo tipo de dispositivos portátiles: ventiladores, lámparas, cargadores, comida enlatada. “Porque aquí nunca hay corriente, y si compras comida, se te echa a perder”, agregó.
Además, lanzó una advertencia con peso: “Si te enfermas, aunque sea de un catarro, no hay medicina”.
@sheyreyes032 No vengan a Cuba🇨🇺🥹😭😂#parati#paratii#paratii#paratiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii#paratipage#paratitiktok#paratiiiii#cuba#cubanosporelmundo#latino#tiktoker#creadoresdecontenido#viralvideo#viraltiktok#fyppppppppppppppppppppppp ♬ sonido original – sheyla
Su llamado a no viajar por turismo fue aplaudido por muchos que ven en su testimonio una fotografía exacta de la Cuba actual, empobrecida, colapsada y sin infraestructura para garantizar ni siquiera una experiencia digna al visitante común. Otros usuarios, sin embargo, la criticaron por mostrar en sus videos una vida que no parece tan precaria. “Tienes electrodomésticos, ropa bonita… no parece que vivas en la misma Cuba de la que hablas”, le escribió un internauta.
Pero lo que pudiera encender la polémica más allá de las fronteras cubanas ha sido otro video, también viral, publicado por la usuaria @elianni9505, una madre cubana residente en Estados Unidos. En su testimonio, de más de cuatro minutos, afirma que no tuvo “ni un solo problema” al regresar a Miami tras un viaje familiar a la isla. “Solo me pidieron la residencia y me tomaron una foto”, dijo. “Me dijeron: ‘Welcome to the United States’. Nada más”.
@elianni9505 Mi reciente viaje a Cuba mi experiencia
♬ sonido original – Ely_Cuba🇨🇺
Con ese relato, que tiene sin duda un tono tranquilizador, ha sembrado dudas entre cubanos que enfrentan la disyuntiva de volver o no a ver a sus familiares, ante las crecientes tensiones migratorias en EE.UU. y el temor de consecuencias legales, sobre todo para quienes entraron por la frontera. “No está pasando nada”, insiste la joven. Pero luego aclara: si el motivo no es urgente o familiar, es mejor no ir, porque no es algo que puedas justificar si te hacen preguntas; e insiste en que si se va a vacacionar no, no se viaje.
Aunque la joven desde un inicio aclaró que ella hablaría sobre su experiencia personal, y no general, el problema radica justamente ahí: en que su video, sin mala intención, el mensaje termina normalizando una situación que es excepcional, y que no aplica para todos; sobre todo cuando, desde su experiencia personal sugiere que sí, que vayan ahora, si pueden, que no está pasando nada, y señala que tal y como explicó Donald Trump, todo aquel que tenga un documento de residencia legal en los Estados Unidos, queda exento del llamado «travel ban».
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Cada caso es diferente.
Usar un caso puntual —en este caso, que no le preguntaron nada— como ejemplo general, puede llevar a muchos a tomar decisiones erradas, pues cada caso es diferente. El silencio del oficial de aduana en Houston no implica que todos correrán con la misma suerte. De hecho, varios usuarios advirtieron en los comentarios del video que, si bien algunos no enfrentan problemas, otros sí han tenido interrogatorios, retrasos o incluso advertencias sobre su estatus migratorio.
Este tipo de testimonios aislados, que se vuelven virales por su tono esperanzador o tranquilizante, pueden generar un efecto nocivo: minimizar el riesgo, desinformar y hasta propiciar que personas con procesos migratorios frágiles decidan viajar sin medir las consecuencias.
Mientras tanto, el contraste entre la dura advertencia de la joven matancera y la calma aparente del viaje de regreso de Elianni evidencia algo más profundo: la desconexión creciente entre los que aún viven en la isla, y los que solo la visitan de paso. El primero grita emergencia, el segundo habla de nostalgia. Uno alerta del hambre y la falta de medicinas, el otro recomienda llevar pañales y leche en polvo desde antes.
Ambos testimonios son válidos, pero el peligro está en creer que uno anula al otro. Cuba vive una crisis estructural, profunda y sostenida. Viajar sin saber eso, o regresar creyendo que “no pasa nada”, es hacerse cómplice del espejismo que a veces se quiere vender: que todo está normal.
Y no, no está normal.



















