Miami nunca decepciona. En la ciudad donde lo insólito y lo tropical conviven en perfecta armonía, lo que parecía ser una tarde cualquiera en un restaurante de Pollo Tropical se transformó en una escena digna de una película de Carlos Lacámara. ¿La razón? Una rueda de casino full blast protagonizada nada menos que por los propios trabajadores del local, justo en medio del salón y ante la mirada perpleja de los clientes que, entre bocado y bocado de arroz con frijoles, no sabían si estaban almorzando o asistiendo a un show improvisado de danza caribeña.
El video, que ya circula ampliamente en redes sociales, fue publicado por la popular cuenta Only in Dade, ese espacio digital donde lo cotidiano se vuelve insólito y donde Miami se muestra en toda su gloria… o su delirio.
En el clip se puede ver a un grupo de empleados —uniforme y gorrita incluidos— dándolo todo al ritmo de la música, bailando en sincronía perfecta, como si estuvieran en plena final del Dancing with the Staff. Dicen que en cada rueda de casino hay uno que “tira pasos nuevos” y aquí no fue la excepción. La señora «entrada en años» que aparece solitaria, a un lado de los expertos bailarines, lo confirma.
Mientras tanto, los comensales observaban con una mezcla de asombro, desconcierto y algo de envidia. Algunos grababan con el celular en mano; otros simplemente dejaban que su yuca con mojo se enfriara, hipnotizados por la escena. No faltaron los comentarios de “esto solo pasa en el Dade” y “ni en la Pequeña Habana he visto esto”.
La publicación no tardó en encender los comentarios en línea. Algunos celebraban la alegría de los trabajadores: “Esto es lo que hace falta, gente feliz en sus trabajos”, decía uno. Otros se preguntaban si en medio del jolgorio alguien estaba atendiendo los pedidos. “Está bien que bailen, pero ¿quién me va a dar mi pechuga con tropi-chop?”, bromeaba otro usuario.
Por ahora, no se sabe si fue una actividad organizada por la gerencia para subir la moral, un descanso coreografiado entre turnos, o simplemente una demostración espontánea del espíritu miamense que no cabe en manuales corporativos. O una clase de Baila con Micho.
Lo cierto es que, por un instante, aquel Pollo Tropical fue mucho más que un lugar para comer: fue un escenario, una pista de baile, un recordatorio de que en Miami hasta el almuerzo puede terminar en rumba.
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