La crisis de desapariciones en Cuba sigue creciendo y las redes sociales continúan siendo el único mecanismo real con el que cuentan las familias para activar búsquedas y pedir ayuda. En las últimas horas, dos historias muy diferentes —una cerrada y otra aún abierta— muestran el contraste entre el alivio y la desesperación que atraviesan muchos hogares cubanos.
En Cienfuegos, la usuaria Gladys Ariz Álvarez difundió la alerta sobre Rosa María, una joven de 35 años, originaria de Santa Clara, que llevaba más de una semana desaparecida.
Su familia describía que la última información disponible la situaba en esa provincia del centro-sur del país. Los comentarios de vecinos y conocidos revelaban un patrón frecuente: Rosa María padece problemas nerviosos, es muy delgada y, según quienes la conocen, vulnerable. La publicación, compartida decenas de veces, reiteraba la necesidad de cualquier pista, mientras la angustia crecía entre sus allegados.

Un caso también reciente sacude a Holguín. Daniel Quesada Sánchez, padre de Dannier Quesada Morales, publicó un video desesperado pidiendo ayuda para encontrar a su hijo, desaparecido desde el lunes 10 de noviembre.
El joven, que cumple el servicio militar obligatorio, salió de su casa en el Diamante de Santa Rita (Granma) rumbo a la unidad militar de Aguas Claras, pero nunca llegó. Entre sollozos, su padre lamentaba no saber a quién acudir ni cómo activar un protocolo oficial, porque en Cuba simplemente no existe un sistema de búsqueda de personas desaparecidas que funcione.
La internauta Mileika Milena publicó no solo el video del padre reclamando ayuda, sino también imágenes del joven.
La otra historia trae un poco de luz. El Observatorio de Alas Tensas (OGAT) confirmó que fue localizada la adulta mayor reportada como desaparecida el pasado 5 de noviembre en La Víbora, municipio 10 de Octubre, en La Habana. La mujer, que vive con demencia senil, había sido reportada como extraviada por su familia. OGAT verificó directamente con los familiares que ya se encuentra a salvo.
Aun así, la organización recordó que siguen abiertas otras alertas en la capital: Leonor Isaac (76 años), Doaraiky Águila (48) y Esther Pau Alfonso (75), casos que permanecen sin resolución y que ilustran la magnitud del problema.
Lo que une estos casos no es solo la angustia familiar, sino la ausencia total de mecanismos estatales. En los últimos años —y cada vez con más frecuencia— la población cubana ha tenido que apoyarse en redes sociales, activistas, plataformas independientes y medios no oficiales para suplir el vacío institucional. Desde desaparecidos con demencia hasta jóvenes en tránsito entre provincias, el país depende de cadenas de solidaridad ciudadana para encontrar a sus propios habitantes.
En Cuba, denunciar una desaparición sigue siendo un acto más efectivo en Facebook que en una estación de policía. Y ese hecho, más que una simple tendencia, es un síntoma profundo del colapso de la capacidad estatal para proteger a su gente.





