A cien años de su nacimiento, Celia Cruz volvió a brillar en su ciudad natal —al menos de manera simbólica—: su nombre quedó inscrito con una estrella en el Paseo de la Fama de la Fábrica de Arte Cubano (FAC), gesto que su patrimonio definió como “un regreso simbólico” a La Habana.
“Con inmenso orgullo y emoción celebramos que Celia ha vuelto simbólicamente a La Habana, donde ahora brilla con su propia estrella en el Paseo de la Fama de la Fábrica de Arte Cubano”, publicó el Patrimonio de Celia Cruzen sus redes, mensaje en el que también agradeció a X Alfonso, Sandra López y Carlos Alfonso por “mantener viva su memoria y hacer posible que la voz y el legado de Celia regresen a su tierra”.
La distinción forma parte de Constelación FAC, programa que honra a referentes de la cultura cubana. La Reina de la Salsa se suma así a un firmamento donde ya figuran Benny Moré, Chucho Valdés, Leo Brouwer, Alicia Alonso, Juan Formell y Eusebio Leal. Desde la institución que dirige X Alfonso subrayaron el sentido del gesto: “Este homenaje tiene como único propósito rendir tributo a una artista que ha dejado una huella imborrable en nuestra música”, acompañando la declaración con la imagen del mosaico de granito que lleva la firma de Celia.
El reconocimiento llega tras más de seis décadas de veto oficial dentro de Cuba, período en el que su obra fue apartada de escenarios, radio y televisión por decisión del régimen de Fidel Castro. La tensión cultural quedó en evidencia días antes, cuando el Ministerio de Cultura canceló una gala preparada por la FAC y Teatro El Público para conmemorar el centenario de la cantante, notificación hecha sin mencionar su nombre y sin justificar la medida.
La reacción no se hizo esperar. La investigadora y biógrafa Rosa Marquetti calificó la suspensión como “una demostración del miedo que el poder le sigue teniendo a esa voz” y añadió: “Llevan 60 años temiéndole a su poder de convocatoria, y aun así, Celia sigue siendo más grande que toda su censura”. Otros creadores, como Sergio Benvenuto Solás y el crítico Sergio Rafael Vidal, equipararon la decisión con “los métodos de control cultural propios de los regímenes totalitarios del siglo XX”.
Como respuesta artística, la Fábrica de Arte Cubano realizó una acción el día en que debía celebrarse la gala: mantuvo una silla vacía iluminada en el escenario durante una hora, en silencio absoluto. Luego, un DJ hizo sonar varias de las canciones más emblemáticas de Celia. La FAC resumió el gesto con una frase que se viralizó: “Una obra de arte que no fue, una butaca, silencio y el arte de la resistencia… Celia vive”.
