Si a alguien le quedaba duda de cómo se organiza la presencia de las personas para simular el apoyo a los dirigentes cubanos, esta diferencia sustancial entre la visita de Salvador Valdés Mesa a un barrio en La Habana y otra donde no fue ningún dirigente de rango, lo muestra a la perfección. En un país donde el aparato estatal busca dar una imagen de unidad y respaldo popular, a menudo se utilizan estrategias de movilización forzada para simular el apoyo a las políticas del régimen, y la reciente visita de Valdés Mesa a La Habana del Este es un claro ejemplo.
El pasado 27 de junio de 2025, Salvador Valdés Mesa, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente de la República, asistió a un barrio-debate sobre el consumo y tráfico de drogas en el Consejo Popular Alamar Altura, en La Habana del Este. Un evento de alto perfil que, según los medios oficiales, fue todo un éxito, con una nutrida participación de la población. Además de Valdés Mesa, estuvieron presentes el primer secretario del Partido en La Habana, Liván Izquierdo, y la gobernadora de la ciudad, Yanet Hernández, acompañados por representantes del Ministerio del Interior, la Fiscalía y la Dirección General de Salud Pública.
El tema central del encuentro fue el combate a las drogas, un flagelo que el gobierno cubano considera una amenaza a la salud pública y la estabilidad social. Como se detalló en la intervención de los organizadores, el problema del consumo y tráfico de drogas afecta directamente a los jóvenes y, en particular, a la estabilidad de las familias, y los CDR, los llamados Comités de Defensa de la Revolución que operan como un brazo de vigilancia del régimen entre la población, «desempeñan un papel importante en estos debates», buscando involucrar a la comunidad en la prevención y el enfrentamiento de los problemas relacionados con el tráfico de estupefacientes.

Lo que no se menciona es que la visita de Valdés Mesa tuvo lugar en un municipio costero al norte de La Habana, un territorio marcado por el éxodo masivo de sus residentes en las últimas tres décadas. Lugares como Alamar y Cojímar han sido, durante décadas, puntos de embarques de miles de balseros cubanos. Miles… decenas de miles de personas residentes en esas localidades han abandonado esta zona, primero cuando el Mariel, luego cuando los años 90´ debido a lo que todos conocemos: la falta de oportunidades laborales, la escasez de recursos y las limitadas posibilidades de desarrollo.
Esto se aprecia en que hoy en día este municipio, en su mayoría, esté habitado por personas de la tercera edad y aquellas que no tienen más opción que quedarse.
Sin embargo, la situación de estos «barrios debates» cambia drásticamente si miramos a otro evento realizado unos días después en el Consejo Popular San Pedro, en el municipio del Cotorro, a donde, a diferencia del barrio Alamar Altura, no acudieron dirigentes de alto rango.
Allí, en una reunión mucho menos mediática y con una participación mucho más limitada, los residentes debatieron sobre temas similares, como la venta de drogas y otros delitos, sin la presencia de figuras de renombre del gobierno cubano. El contraste es evidente: mientras en el Cotorro el evento fue más bien una reunión de cuatro gatos, en Alamar Altura se creó una puesta en escena digna de los reportajes que tanto gustan en los medios oficiales.

El propósito de ambos encuentros era el mismo: movilizar a la comunidad para prevenir el consumo de drogas y frenar el tráfico de estupefacientes. Sin embargo, el contexto de cada uno es totalmente diferente. En el caso de Alamar Altura, la presencia de altos dirigentes como Valdés Mesa sirvió no solo para dar un mensaje de compromiso del gobierno con la lucha contra las drogas, sino también para mostrar una imagen de apoyo popular organizado. Es decir, más que una medida concreta contra el problema de las drogas, la visita se utilizó como una plataforma para reforzar la narrativa del régimen de que está haciendo todo lo posible para enfrentar los problemas sociales del país, cuando en realidad muchas de esas iniciativas son solo una fachada. Por su parte, el evento en el Cotorro, a pesar de «la sinceridad de los debates», careció de la misma visibilidad mediática
El contraste entre estos dos eventos no solo refleja la disparidad en la atención que se les da a diferentes comunidades, sino también la falta de consistencia en las políticas gubernamentales. Mientras que en algunos lugares se organiza una puesta en escena para simular el apoyo a las políticas del régimen, en otros la realidad se enfrenta de manera mucho más cruda y menos representada.
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