La Fiscalía Provincial de Guantánamo confirmó la apertura de un proceso penal por el asesinato del profesor Rolando Castelví Riñat, un hecho que ha sacudido profundamente a la comunidad educativa del territorio y que revive las alarmas sobre la creciente inseguridad en centros escolares cubanos.
Castelví, docente de Historia en la Escuela Pedagógica José Maceo Grajales, cumplía su turno de guardia obrera durante la noche del martes cuando detectó la presencia de varios jóvenes que, según versiones oficiales, no pertenecían al plantel. De acuerdo con la información divulgada por la Fiscalía en su página institucional, el profesor intentó desalojarlos del recinto, momento en el que se produjo un altercado que terminó de manera fatal.
Fuentes locales detallaron que fueron cuatro los intrusos que lograron entrar en la escuela, un acceso que, según reportes previos recopilados por Cuballama, estaba desde hace meses seriamente vulnerado por fallas estructurales, escasa iluminación y la ausencia de personal de seguridad entrenado. Al exigirles que abandonaran el área, uno de ellos atacó a Castelví por la espalda con un arma blanca, provocándole lesiones que resultaron irreversibles.
El profesor fue trasladado con urgencia al Hospital Provincial Saturnino Lora, donde falleció horas después, pese a los esfuerzos del personal médico. Su muerte ha suscitado un amplio debate en redes sociales, porque, como recuerdan docentes de la propia institución, no es la primera vez que personas ajenas al centro logran entrar sin control.
La Fiscalía informó que dos de los presuntos implicados se encuentran ya detenidos, amparados bajo la medida cautelar de prisión provisional, y que las pesquisas continúan para identificar a los otros participantes. El proceso penal —según el comunicado— incluirá petición de sanciones acordes con “la gravedad de los hechos y las características individuales de los autores”.
El crimen del profesor Castelví se suma a una serie de incidentes violentos registrados en Guantánamo en los últimos dos años, muchos de ellos vinculados al deterioro del alumbrado público, la escasez de patrullaje y un aumento en la presencia de pandillas juveniles en zonas cercanas a escuelas.
Para colegas y estudiantes, la muerte del profesor es una tragedia que refleja la vulnerabilidad de los centros educativos, obligados a operar entre la precariedad material y la falta de mecanismos reales de prevención. Y para muchos padres, un recordatorio doloroso de que la seguridad escolar en Cuba atraviesa una de sus crisis más profundas.
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