Alerta en Sancti Spíritus por posible venta de conejos con tuberculosis

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Un audio circula de teléfono en teléfono en el centro de Cuba: de un laboratorio del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología en Sancti Spíritus se robaron unos conejos usados para un estudio de la tuberculosis, y existe el temor de que los vayan a vender, a conciencia y sin escrúpulos.

“Esta tarde estuvo un investigador y nos informó que si alguien se les acerca vendiendo conejos no lo compren, porque robaron en los laboratorios de ciencias médicas todos los conejos que estaban en el estudio de la tuberculosis”, se oye escuchar a una mujer, sin identificarse.

En el audio, compartido en grupos locales de WhatsApp, la fuente confirma que los conejos están enfermos, y que es un riesgo su presencia en las calles. “Eso se lo robaron para venderlo, porque los que se lo robaron no se los van a comer, ni van a criarlos”, agrega.

Según fuentes consultadas por Cuballama, el robo lo ejecutaron unos adolescentes en el Bioterio de Sancti Spíritus: cargaron los animales en un saco y se mandaron a correr. Y si bien el virus estaba atenuado, igual no son aptos para el consumo.

La alerta llega en un momento de precariedad en la isla, con noticias cotidianas de precios por las nubes y poca oferta alimentaria. Recién un padre ofrecía a su hijo en adopción, porque aseguraba que no tenía ni para garantizarle un desayuno.

A su vez, existe en Cuba el precedente de la venta inescrupulosa de cualquier cosa: décadas atrás, cuando empezó lo que fue llamado “el período especial”, eran habitual que se desaparecieran los gatos de los barrios, porque los mataban para venderlos como si fueran liebre.

También quedó en el imaginario popular la ¿leyenda? de la venta de frazadas de piso o cáscara de toronja como si fueran bistecs, o de pizzas con preservativos derretidos. Fuera verdad o mentira, lo cierto es que se inventó mucho para matar el hambre, pero también para la estafa.

Una década atrás en el mercado negro se vendían unos raros pomos de aceite, de origen sospechoso, que resultaron extraídos del crematorio de Guanabacoa: el temor a haber freído aunque sea un triste plátano con manteca de cadáver le revolvió las tripas a más de uno. Pero no, era aceite de incinerar… como si eso lo hiciera menos revulsivo…

Más reciente en el tiempo se dio el caso de la venta de brochetas con carne de perro en las fiestas populares de San Antonio de los Baños, conocidas como Humoranga, en 2022.  O el caso de unos niños en Caibarién, también en Villa Clara, que mataban pelícanos para vender su escasa carne, una carne que ni adobándola con especies del Medio Oriente sabe bien.

Por lo pronto, en Villa Clara existe un riesgo real: quizás no te vendan gato por liebre, pero si te proponen conejo, hay un alto porciento de probabilidades de que sea tuberculoso.

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