Las últimas 48 a 72 horas han dejado un reguero de denuncias vecinales que describen un escenario de violencia sostenida, precariedad institucional y escasa respuesta oficial en varias provincias de Cuba. Los relatos, videos y fotos difundidos por activistas y páginas comunitarias permiten reconstruir una cronología mínima, mientras la información estatal sigue siendo fragmentaria o inexistente.
En La Habana, un cumpleaños terminó en sala de terapia intensiva. Fue en Lawton, municipio Diez de Octubre, el miércoles 15 de octubre. Según vecinos de la calle Concepción, una discusión entre el dueño de la vivienda y un invitado identificado como Daymel Gener Touzan escaló fuera de la casa.
Tras ser separados, el agresor esperó en la calle con un arma blanca y, cuando la víctima salió de nuevo, lo atacó con dos puñaladas, una en el pulmón y otra en el abdomen. El herido fue trasladado de urgencia y, tras varios días en terapia intensiva, está fuera de peligro, aunque en estado delicado.
Una hermana de la esposa de la víctima sufrió un corte en el muslo al intentar separar a los implicados. Denunciantes señalan que Gener Touzan continúa en libertad pese a arrastrar antecedentes de violencia según el vecindario, un dato que no ha sido confirmado por fuentes oficiales.
También en la capital, pero en San Francisco de Paula, vecinos filmaron y enfrentaron a un hombre identificado como Mario Sergio, señalado como “kimiquero” y ladrón habitual del área, cuando fue sorprendido hurtando en patios ajenos.
La víctima del robo, una persona adulta, logró apropiarse de la chaveta – especie de cuchillo – que el ladrón traía. Le exigió que le trajera de vuelta el racimo de plátano robado, y cuando el joven le devolvió lo hurtado, comenzó a exigir le devolvieran la chaveta. El episodio reabrió el debate sobre la autodefensa comunitaria frente a robos reiterados que, según residentes, suelen quedar sin consecuencias.
Alamar, en Habana del Este, concentró dos hechos distintos en pocas horas.
Primero, el robo de una moto a Alejandro Morejón Pelegrino en la Zona 6, edificio Tarará. El afectado ofrece una recompensa de 1.000 dólares por información que permita recuperarla y difundió un número de contacto. En los comentarios se repiten quejas por la multiplicación de robos de motos y bicicletas eléctricas, la oscuridad en calles y pasajes, y la ausencia de patrullaje nocturno.
Más tarde, o antes, ya ni se sabe, en la Zona 7, Avenida de los Cocos, apareció el cadáver de un joven de entre 21 y 22 años. Policía y Medicina Legal trabajaron en el lugar sin confirmar si se trató de homicidio, caída o suicidio. Un testimonio vecinal asegura que las llamadas al 106 y a otros servicios comenzaron alrededor de las 2:20 de la madrugada y que la respuesta demoró varias horas. La falta de alumbrado y la baja presencia policial fueron señaladas otra vez como condición propicia para asaltos y consumo de drogas.
Desde Oriente llegaron reportes contradictorios pero coincidentes en el trasfondo: armas blancas y demoras asistenciales. En Granma, en la localidad de La Sierrita, municipio Bartolomé Masó, activistas informaron del asesinato de un joven apodado Minguiri en plena vía pública.
La denuncia sostiene que murió desangrado por la falta de transporte y de atención oportuna. En la misma conversación, residentes matizan errores de geolocalización –no fue Bayamo, aclaran, sino Bartolomé Masó– y apuntan que en la vecina La Veguita se registró recientemente otro doble homicidio con arma blanca.
En Santiago de Cuba, activistas reportaron el hallazgo de un cadáver en un tramo de línea férrea. La particularidad del caso es que, según la investigación preliminar, no hubo impacto de tren: ese segmento se usa para maniobras de inversión de coches y la noche previa no circuló ningún convoy. La hipótesis de accidente ferroviario quedó descartada y las pesquisas continúan para determinar si fue una caída ajena al tráfico de trenes o un hecho de violencia.
El telón de fondo en cada una de estas denuncias es el mismo: delitos que se multiplican y partes oficiales que miran hacia otro lado o privilegian un tipo de comunicación que no conversa con la experiencia cotidiana de los barrios.





