Vecinos del reparto Lenin, en la ciudad de Camagüey, denuncian el grave estado de abandono en que se encuentra Andrés Pedrero Miranda, un excombatiente internacionalista que, según testimonios, fue enviado a la guerra de Angola con 21 años y regresó con severas secuelas psicológicas.
En días recientes, tras circular en redes sociales fotos del hombre internado en el hospital provincial en condiciones indignas —sucio, con excrementos y sin atención básica—, personal del centro lo aseó y lo cambió de ropa.
Sin embargo, la “respuesta” duró lo que un post en internet: una vez pasado el revuelo, nada garantiza cuidados sostenidos ni un plan social estable para él.
Según detalla la activista Inma Broek desde Alemania, Pedrero Miranda reside en Calzada C, Vial 9, No. 3, reparto Lenin. Nunca tuvo hijos.
Durante años logró sobreponerse a crisis psiquiátricas, pero su salud física y mental se deterioró de forma acelerada con la escasez de medicamentos. En mayo pasado desapareció del barrio; en julio, un vecino lo localizó en el Centro de Deambulantes de Nadales. Desde entonces, alterna entre ingresos hospitalarios y la casa, sin continuidad terapéutica ni acompañamiento institucional, de acuerdo con quienes lo conocen.
Los vecinos detallan que Andrés percibe (o percibía) dos chequeras: una por Bienestar Social y otra por su condición de combatiente, que juntas apenas superan los 3.000 pesos mensuales. Ese dinero se iba casi por completo en fármacos comprados en el mercado informal, porque en la red estatal no los hay con regularidad. “Después no quedaba con qué comer”, lamenta una de las personas que lo asiste. El hermano con quien vivía —también enfermo y adulto mayor— no está en Camagüey: se halla temporalmente en Ciego de Ávila, en casa de su hija, por lo que Andrés ha quedado aún más desprotegido.
La comunidad asegura que han acudido “en múltiples ocasiones” a la Asociación de Combatientes en Camagüey para pedir ayuda y soluciones estables. “La respuesta ha sido nula: ciegos, sordos y mudos”, resume otra denuncia. En el barrio, sin embargo, muchos lo aprecian y le han tendido la mano con alimentos, aseo y gestiones, pero las buenas voluntades no sustituyen una intervención profesional del sistema de salud mental y de la asistencia social.
El caso de Andrés no es aislado. En los últimos meses se han multiplicado las quejas ciudadanas por el desamparo de ancianos, enfermos y excombatientes, atrapados entre la falta de medicinas, la pobreza y servicios públicos colapsados.
Severino Moreira Rodríguez, excombatiente de la guerra de Angola y residente en Baracoa, Guantánamo, sobrevive en condiciones de extrema pobreza y abandono. Tras perder su vivienda por el huracán Matthew, apenas recibió ocho tejas como ayuda estatal, y con una chequera de solo 1 260 pesos no logra cubrir ni sus necesidades básicas. Su casa, levantada con madera, tabla y yagua, refleja el deterioro material en el que vive, al mismo tiempo que enfrenta enfermedades graves como cirrosis hepática.
El veterano recuerda que fue francotirador durante su breve estancia en Angola en 1984, pero al regresar lo señalaron como “loco” y “contrarrevolucionario”, una etiqueta que lo persiguió y marcó su vida. Hoy, además de cargar con secuelas de salud y la falta de medicamentos, denuncia sentirse olvidado y aislado: “Aquí viene todo el mundo y nadie es capaz de visitarme. Nunca me han visitado”, declaró al portal Cubanet, retratando la soledad y el abandono que padecen muchos de los que un día fueron usados por el régimen como símbolos de sacrificio.
Así contaba este veterano en Angola su situación. Con toda la lucidez del mundo, y sin aun ser un caso social, su denuncia pone en evidencia el abandono del que son víctimas estas personas que en su momento fueron calificados como «héroes de la Patria».
Las imágenes que acompañan esta denuncia —pies y tobillos edematosos, piel enrojecida, signos de abandono— son el retrato de una realidad que no debería normalizarse.
