El comediante cubano Ulises Toirac celebró su cumpleaños número 62, fiel a su estilo irreverente y profundamente honesto, sin filtros ni concesiones. Aunque —como él mismo bromea— sigue esperando “el yate”, lo que no le falta es el cariño de su público, que una vez más se desbordó en felicitaciones desde su perfil de Facebook.
Con más de 160 mil seguidores, el humorista que diera vida al inolvidable Chivichana, compartió una reflexión que, como acostumbra, mezcla ironía, filosofía popular y una dosis nada despreciable de crítica social.
“Estoy en esa edad en la que ya me resulta poco atractivo reírle la gracia a lo que no me la da. Me importa tres pitos si cae mal o no. Lo cual no implica que no deba respetar a todos, siempre y cuando sienta que se me respeta”.
Toirac no se limita a las bromas fáciles. Su humor viene cargado de sentido común y cuestionamientos profundos, una constante en su trayectoria artística. En su mensaje de cumpleaños, el actor reafirmó su compromiso con la coherencia, por encima incluso de la corrección política.
“Me preocupa más ser coherente y hacer felices a las personas. En la medida de mis posibilidades, la segunda, pero sin quitarle el ojo a la primera”.
También dejó claro que la política no está entre sus aspiraciones:
“No soy muñequito Marvel. Si hay algo de lo que peco con toda conciencia es de ser un cobarde del abanderamiento. No es mi objetivo convertirme en político (‘profesión’ que estimo menos que la peor). Nunca quise cargo que no tuviera que ver con un proyecto. El poder que emana del poder me da urticaria en el c***. Pero soy decidido pa’ ripiarme hasta dejar de respirar por una de las imbecilidades a las que llamo ‘principios’”.
Entre confesiones personales, Ulises se mostró como un hombre sensible, cercano al dolor de otros y apasionado por la vida:
“Escuchar es mi pasión. Poner los pies en la misma sala de la casa de quien llora con impotencia o frustración. Salvarle la vida a un suicida potencial (porque he pasado cerca de esa provincia y créanme si les digo que no vale la pena bajo NINGUNA circunstancia) y celebrarle la figura a la mujer que la lleve con elegancia, y no con el ánimo de provocar babas en las tribunas”.
Defensor de los animales, creyente en la vida y —como él mismo se define— “fanático religioso de vivir”, Toirac dice sentirse orgulloso de su camino, aunque no haya ganado lo que merecía en lo material.
“Vivo enamorado de lo que he logrado y orgulloso de la manera en que lo logré. No importa si no gané el dinero que merecía, porque tengo la absoluta convicción de que el dinero no le va a comprar a nadie las cosas que pude hacer, por mucho que paguen para ello”.
En su emotivo post, no faltó un homenaje a La Habana, esa ciudad a la que ha defendido desde sus personajes y desde su cubanía más íntima:
“De mi tierra y su gente. De la gente y de mi tierra. De mi ciudad, mi universo. La hembra que nunca me despreció y siempre encontró un huequito para mí, sin importarle cuán herido o feliz iba. Destruida, prostituida, vejada, engañada… La Habana es tan Nación como Cuba para mí”.
Como era de esperarse, su publicación recibió cientos de comentarios y felicitaciones, muchos de los cuales el propio Toirac no alcanzó a responder. Aun así, dejó claro que el cariño de su gente fue el mejor regalo en una Cuba donde, incluso el día de su cumpleaños, los apagones siguen siendo parte de la rutina.
