El carisma de Pollito Tropical sigue a tope tras su paso por La Casa de Alofoke 2. Recién salido del reality, el creador cubano se sentó en el programa dominicano Jessica en Punto y habló sin filtros: de la competencia, de su salida temporal por salud mental y, sobre todo, del plan que más ilusión le hace junto a su esposo, Mario Bouza: convertirse en padres.
Con su desparpajo habitual, recordó que entró a la casa con la mira alta. “Yo entré para ganar, yo quería ganar. Me veía con el Ferrari en la puerta de mi casa”, dijo entre risas, dejando claro que el objetivo no era solo exposición mediática, también el premio. En el camino hubo tropiezos: la presión y el desgaste le obligaron a parar, pero volvió con fuerzas renovadas.
Esa ambición tenía un propósito íntimo. “Si yo ganaba, era para hacer los trámites para tener un bebé, porque es muy caro. Gracias a Dios tuve la oportunidad de estar en este reality y me contactó una clínica que hace ese trabajo. Estamos hablando para ver si, Dios quiere, el año que viene puedo ser papá”, confesó emocionado. Detrás del show, hay una meta que trasciende cámaras y tendencias: construir familia.
Pollito y Mario han compartido durante años una relación sólida, cómplice y muy pública; sus seguidores han visto cómo se acompañan en cada proyecto y también en los momentos duros. Ahora, el sueño de la paternidad los pone en la misma sintonía: paciencia, trámites y mucha esperanza.
El influencer también respondió con calma a las críticas contra las familias homoparentales. “Una pareja heterosexual tiene un muchacho y no lo quiere, lo pone en adopción, y entonces nosotros rescatamos a esa criatura para darle una casa, amor y cariño. ¿Por qué no puedo tener un niño? ¿Porque lo dice la sociedad?” Su postura es clara: el derecho a criar con amor no depende del género de quienes forman el hogar.
Entre humor, vulnerabilidad y foco en la salud mental, Pollito Tropical se muestra más humano que nunca. Reality superado, puertas abiertas y un proyecto de vida en marcha. Si todo encaja —y como él mismo repite, “si Dios quiere”—, el 2026 podría traerle el papel que más desea: el de papá.
