Donald Trump denuncia “triple sabotaje” en Nueva York y pide investigar al ONU y preservar los videos

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Donald Trump convirtió su paso por la 80ª Asamblea General de la ONU, en Nueva York, en una denuncia pública: dijo haber sido víctima no de uno, sino de tres sabotajes. Uno de ellos ha sido bautizado ya como “Escalatorgate” en algunos medios.

El primero de ellos, según el relato de Trump y que se confirma con algunos videos vistos, ocurrió en una escalera mecánica, justo después de que Melania Trump diera un primer paso en ella; pero no fue el único. También su teleprompter falló al inicio del discurso y, ya en el plenario, el audio “se oyó mal”. Debido a todo eso, el presidente exigió una pesquisa inmediata, instó a Servicios Secretos a involucrarse y pidió que se aseguren las cintas de seguridad.

En paralelo, la ONU ofreció otra explicación, pero… Vayamos paso por paso.

La secuencia comenzó el martes, cuando el matrimonio Trump subió a una escalera mecánica rumbo al plenario y el equipo se detuvo súbitamente.

Horas más tarde, ya frente a los delegados, Trump interrumpió su presentación para remarcar que el teleprompter “no estaba funcionando” y lanzó una advertencia sobre el responsable del dispositivo.

«Está en grandes problemas», le dijo a «quien quiera que sea que lo está operando».

Al día siguiente, dio un paso más y habló de “tres eventos muy siniestros” que, a su juicio, no podían ser coincidencia. En su publicación, exigió “arrestos” y responsabilizó al organismo por poner en riesgo a la primera dama. La Casa Blanca, a través de su secretaria de prensa, respaldó la idea de investigar si hubo intencionalidad en la parada de la escalera, indica CBS News.

La ONU respondió con precisión técnica: el freno de emergencia de las escaleras se activa cuando detecta condiciones inseguras; en este caso, habría sido un videógrafo del propio séquito quien, al caminar hacia atrás grabando a la pareja presidencial, disparó el sistema de seguridad.

Además, portavoces recordaron que los prompters en este tipo de citas están a cargo de personal estadounidense, no del organismo internacional. Con el audio, insistieron, el circuito de interpretación funcionó y los delegados pudieron seguir el discurso por los canales oficiales. Estas versiones, recogidas por medios estadounidenses y europeos, contradicen la tesis de sabotaje coordinado, si bien Servicio Secreto estudia el incidente por protocolo, recoge Reuters.

En lo político, el episodio amplificó el tono confrontacional del mensaje de Trump ante la Asamblea: arremetió contra la ONU y criticó con dureza las políticas migratorias europeas, usando los “fallos” técnicos como metáfora de una institución “incompetente”. Sus aliados replicaron el encuadre de “boicot” y pidieron “caer con todo” a los responsables; sus críticos hablaron de una estrategia para victimizarse y desviar la mirada del contenido de su discurso.

Sea cual sea la conclusión de la investigación, el choque dejó una imagen: un presidente apuntando a la ONU desde el estrado principal del multilateralismo, y un organismo que, con diagnósticos técnicos, intenta desactivar acusaciones de complot, detalla The Guardian.

A efectos periodísticos, hay dos planos que conviene distinguir. El primero es fáctico: escalera detenida, prompter con problemas y quejas por el sonido, todo documentado en videos y emisiones que ya circulan. El segundo es interpretativo: si hubo mano deliberada para averiar equipos sensibles justo cuando Trump hacía su entrada y su discurso, o si fueron fallas operativas explicables, incluso atribuibles a su propio equipo.

La evidencia pública disponible hasta ahora —y la versión oficial de la ONU— favorece la segunda lectura, sin que eso cierre la puerta a preguntas sobre protocolos, coordinación técnica y riesgos cuando jefes de Estado o de gobierno se desplazan en instalaciones complejas como el edificio de Nueva York, describe The Washington Post.

Trump, por su parte, prometió “ir hasta el fondo”. Dijo que no se conformará con disculpas y que quiere registro audiovisual preservado para identificar responsabilidades.

El episodio – esa especie de «tres en uno» – seguirá produciendo titulares mientras Servicio Secreto y la ONU depuran reportes y verifican cronogramas, controles y quién tocó qué botón y cuándo. Hasta entonces, lo seguro es el ruido: el político que domina la conversación pública volvió a convertir un tropiezo técnico en un capítulo político de alto voltaje.

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