La edición 2025 de The Restaurant List del New York Times dejó a Miami con sensación agridulce: de toda Florida, solo Sunny’s Steakhouse —el proyecto de Little River del equipo de Jaguar Sun— apareció entre los 50 espacios que, según el diario, combinan cocina notable con “generosidad de espíritu y un punto de vista singular”. En una ciudad que presume de músculo gastronómico, la selección luce escueta y abre la pregunta de si el radar nacional está leyendo a Miami con el mismo entusiasmo que los comensales locales, señala el Miami New Times.
El propio Times recuerda que su lista es volátil por diseño: 14 reporteros y editores tomaron docenas de vuelos y pagaron sus cuentas en más de 200 comidas, buscando retratar “lo que está pasando” en 33 estados.
En ese mapa en movimiento, Sunny’s fue el único punto de Miami —y de Florida— que entró al corte, mientras regiones como Texas o California sumaron varias menciones. El contraste ayuda a explicar el “mal sabor” en el sur de Florida: ni Wynwood, ni Downtown, ni Coral Gables ni Miami Beach lograron colarse esta vez, indica por su parte el San Antonio Express.
Que Sunny’s figure no es casualidad. El restaurante, nacido como pop-up pandémico bajo un banyán y convertido en sede permanente en 2024, viene encadenando guiños nacionales: recomendación del Michelin Guide Florida en marzo, celebraciones en food media y una narrativa propia —barra en forma de U, pastas serias, mariscos con guiños tropicales y carnes con ambición— que lo posiciona como la gran brasserie carnívora que Miami llevaba años esperando. Si había un nombre de consenso para representar a la ciudad, era este.
Pero la foto también dice lo que falta. En 2025, listas locales y guías han señalado una escena diversa que va de parrillas de barrio a alta cocina de autor, con aperturas que han puesto a Little River en el mapa y una constelación de barras de cócteles donde se come cada vez mejor. Aun así, el corte del Times dejó fuera a instituciones y debutantes que, puertas adentro, marcan la conversación. La sensación en la industria es que Miami compite —y a veces gana— en rankings de “mejores nuevas” o “hot lists”, pero cuando se reduce a 50 sillas para todo el país, la ciudad todavía pelea por cuota.
¿Es un desaire o un síntoma? Probablemente ambas cosas. La metodología del Times prioriza un relato anual de tendencias; Miami, por su dinamismo, puede ser víctima de su propio vértigo: lo que hoy deslumbra aún no existe cuando el cronista compra su boleto. La gente, sin embargo, tiene algo que decir al respecto.
La opinión de la gente
En la propia página del Times, los comentarios abrieron un debate que explica por qué hay tantos «heridos» (gente molesta con el listado) —y no solo en Miami— cuando se reduce el país a 50 sillas (puestos en un listado).
Una lectora, Jane, cuestionó que restaurantes con dos estrellas en las reseñas del diario (“muy buenos”) figuren entre “los mejores” del año; la crítica jefa Ligaya Mishan respondió que esa nota es exigente por naturaleza y que la lista busca lugares con “oficio, generosidad y un punto de vista”, no necesariamente “perfección”. La discusión tocó un nervio: ¿cómo se cruzan los baremos de la crítica con un listado anual que privilegia emoción y momento?
Otro hilo reclamó memoria y peso específico. David, desde St. Louis, pidió mirar más allá de las modas y reconocer casas con “prueba del tiempo”; el editor Brian Gallagher le recordó que conviven aperturas recientes con veteranos como Mayflower Cafe (1935) o Bin 707 (2009). Al mismo tiempo, se colaron reproches por omisiones geográficas: Arizona y Hawái quedaron fuera este año, algo que lectores locales lamentaron; reporteros del Times replicaron que hay cobertura y scouting en los 50 estados, pero que no siempre encuentran un candidato que, ese año, “cuaje” en el conjunto.
También emergió la vieja querella precio/valor.
Glenn, desde California, descalificó la selección como “bocados caros para el 1%”; Gallagher le contestó con contraejemplos de la propia lista —desde un sandwich de pavo icónico en Kansas hasta BBQ en Chicago por 16 dólares— y con la idea de que el formato tasting hoy aparece en rangos de precio muy distintos.
Otro lector, BLA, pidió el listado soñado: grandes mesas por 25 dólares; la redacción recordó que, sin ser su objetivo, ya incluye sitios de ticket contenido. A la vez, voces como LilaLeela reclamaron más presencia plant-forward; la corresponsal Kim Severson apuntó que esa cocina se ha integrado tanto a las cartas que ya aparece entre líneas, aunque también ha firmado listas específicas con opciones veganas.
Algo sin embargo quedó claro: nadie protestó por la ausencia de el restaurante Versailles, ni tampoco por la ausencia de La Carreta.





