Vietnamitas se quitan «centavos» para que Cuba reciba millones. La campaña ya va por $16M. Sin embargo…

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Si la relación entre ambos países nació en la épica, hoy se sostiene también en la microeconomía del aporte diario.

La imagen de vietnamitas “quitándose centavos” para Cuba resume un clima cívico que no se agota en la retórica: convierte la simpatía histórica en transferencias contables, y la diplomacia en compras de arroz, energía y medicamentos que, si todo marcha según lo anunciado, se traducirán en «alivio concreto para hogares cubanos en los próximos meses.»

Sin embargo…

La aritmética de la solidaridad en Vietnam ha roto cualquier pronóstico: donde el objetivo eran 65 mil millones de dongs (unos 2,6 millones de dólares), ya hay comprometidos 421,5 mil millones, casi 16 millones de dólares. La Cruz Roja de Vietnam informó que, a las 4:00 p. m. del lunes, su campaña “65 años de Solidaridad Vietnam–Cuba” multiplicó por 6,4 la meta inicial. El gesto, construido donación a donación —más de dos millones de aportes individuales—, comenzó el 13 de agosto y se extenderá hasta el 16 de octubre, una franja simbólica que conecta aniversarios, visitas de alto nivel y una relación bilateral que, desde hace décadas, mezcla memoria histórica con cooperación práctica.

No se trata de un operativo de élites, sino de un movimiento aceitado desde instituciones públicas y organizaciones de masas, y replicado por ministerios, sindicatos, agencias estatales y gobiernos locales. La cuenta habilitada en el Military Commercial Joint Stock Bank concentró casi 407 mil millones de dongs; los capítulos provinciales de la Cruz Roja añadieron 13,4 mil millones. En paralelo, emergieron acciones creativas: concursos de composición musical sobre la amistad Vietnam–Cuba, microcampañas en redes sociales y colectas en centros de estudio y centros de trabajo. La consigna fue sencilla y eficaz: sumar “centavos” para levantar millones.

La campaña ha recibido cobertura nacional e internacional y reportes periódicos de la Embajada de Cuba en Hanoi y el Consulado en Ciudad Ho Chi Minh. Pero su clave no es mediática: es logística y de confianza. La Cruz Roja de Vietnam subraya que es la primera vez que una colecta internacional suya reúne “millones de donaciones” y “cientos de miles de millones de dongs” en tan poco tiempo, y promete transparencia en la recepción, gestión y uso de los fondos, con actualizaciones constantes en sus plataformas.

Pero…

La iniciativa llegó a la agenda política. En su visita de Estado (31 de agosto–2 de septiembre), Miguel Díaz-Canel participó en los actos por el 80 aniversario de la Revolución de Agosto y por los 65 años de relaciones diplomáticas. El comunicado conjunto Vietnam–Cuba incluyó la campaña como muestra tangible del vínculo, y recogió compromisos para profundizar la cooperación económica en sectores estratégicos —agricultura, energías limpias, farmacéutica y biotecnología— y para despejar obstáculos a la inversión. Como anticipo, Hanoi entregó un primer tramo de 385 mil millones de dongs (más de 14,6 millones de dólares) destinados a apoyo inmediato en la isla.

Sin embargo, para entender el contraste que enciende las redes, basta mirar otro frente del mismo viaje. Mientras la Cruz Roja vietnamita presume de una campaña masiva, la presencia de Lis Cuesta Peraza en la gira asiática —con escala en Hanói— abrió un hilo paralelo de atención por sus gustos “fancy”.

Medios digitales, internautas y cuentas de verificación de marcas identificaron accesorios y prendas de alto costo en varias apariciones: un teléfono plegable Samsung Galaxy Z Flip, gafas de sol de Dolce & Gabbana y relojes de firmas como Cartier o Aigner, señalados en notas y reseñas que circularon durante las paradas en Vietnam y China.

La crítica no se hizo esperar: en plena crisis de apagones y escasez en la isla, esa estética de lujo fue leída como disonante con la narrativa de “resistencia” que el Gobierno proyecta hacia afuera.

Incluso antes de cerrar la gira, columnas y notas virales apuntaron al “look” de Cuesta por encima de los resultados diplomáticos, subrayando precios orientativos de vestidos (por ejemplo, un modelo de Boss) y calzado Gianvito Rossi, así como el uso de un avión rentado para la ruta asiática.

La prensa oficial vietnamita, por su parte, la consignó como acompañante en la llegada a Hanói, confirmando la dimensión protocolaria de la visita. Ese cruce entre diplomacia y ostentación, entre donaciones populares en Vietnam y apariciones de alta gama en la comitiva cubana, explica por qué la conversación pública se partió en dos: por un lado, millones de pequeños aportes para aliviar urgencias en la Isla; por el otro, el debate sobre símbolos y coherencia en una gira que, sin proponérselo, dejó un álbum de imágenes difícil de separar de la cuenta final.

La pregunta que ahora muchos se hacen y se harán los próximos días es obvia: ¿del dinero recaudado en Vietnam cuánto se utilizará en el pueblo y cuánto para pagar el último caprichito de la no Primera Dama?

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