Juan González, un pinareño de 45 años, decidió lanzarse al ruedo del amor con una estrategia poco común pero directa: publicó en redes sociales un breve mensaje donde se presenta como “dueño de una Mipyme de construcción” y declara, sin rodeos, que busca una mujer “a quien entregarle el corazón”. En una Cuba donde el romanticismo convive con el sarcasmo, el gesto no pasó desapercibido.
Su declaración, que bien podría parecer parte de un sketch costumbrista, desató una tormenta de reacciones.
Y es que esa «entrega de corazón» suena – aparte de cursi – muy «pinareña», y eso fue aprovechado y de mala manera, por los odiadores y burlones de siempre.

No faltaron quienes le desearon suerte sinceramente, y hasta hubo féminas que lo saludaron y se presentaron, porque a fin de cuentas, en un país donde la mayoría de las personas viven del invento, encontrarse un hombre trabajador y romántico, es algo que debe tenerse en cuenta.
Pero claro, también hubo personajes que se lanzaron con humor demoledor.
“No entregues el corazón, broth, deja que te lo coman de a poquito pa’ que no pierda el encanto”, le advirtió un internauta. Otro, más pragmático, fue al grano: “Bro, si vas a entregar el corazón a la muchacha que aparezca… ¿me podrías entregar a mí la Mipyme, por favor?”.
La publicación, que ya ha generado decenas de respuestas, se convirtió en un improvisado salón de citas virtual con toques de mercado informal. Algunos le preguntaron si tiene cemento, otros le pidieron precios de losas y puertas de zinc. Las bromas sobre su condición de pinareño también fueron constantes, como si el origen geográfico implicara automáticamente un cierto grado de ingenuidad sentimental.
Sin embargo, entre tanto relajo también hubo palabras de advertencia. “Nunca deberías decir los bienes que tienes. Trata de que te quieran por el amor y respeto que puedas dar”, le aconsejó una usuaria. Otro le escribió: “Sigue soltero, pero no desplumado”, haciendo referencia a que es mejor estar solo que mal acompañado; o encontrarse a una que lo exprima como a una naranja, y que luego de que tenga su casita arreglada le de calabazas sin muchos miramientos.
“Hermano, si tienes una Mipyme te será fácil entregar el corazón… pero difícil que te lo devuelvan entero”, le dijo otro.
El post de Juan parece haber captado algo más profundo que el simple deseo de emparejarse: el reflejo de una sociedad donde incluso el amor se negocia entre carencias, esperanzas y cemento. El simple hecho de tener una Mipyme ya convierte al interesado en un “partido”, pero también en blanco de chistes, ilusiones y propuestas que oscilan entre lo romántico, lo económico y lo cínico. Sobre todo si es pinareño.
En una isla donde la crisis habitacional es una de las principales angustias cotidianas, Juan González no solo ofrece su corazón: ofrece también un sueño. En Cuba, donde las parejas jóvenes suelen convivir con padres, abuelos, suegros y hasta cuñados por falta de viviendas propias, un hombre que tenga una Mipyme de construcción no es solo un prospecto sentimental, es un activo estratégico. La posibilidad de levantar una casa, remodelar un baño o simplemente tener acceso a materiales y que no te cueste nada la mano de obra es, para muchos, más seductora que un poema de José Jacinto Milanés, considerado el rostro del romanticismo poético en Cuba.
Por eso, no es exagerado decir que el pinareño se ha convertido en una suerte de Leonardo DiCaprio caribeño, pero del cemento y la cuchara. En un contexto donde el amor muchas veces debe compartir colchón con la escasez, un “buen partido” no es solo quien da cariño, sino quien puede levantar paredes nuevas o tumbar tabiques viejos. Y Juan, con su Mipyme y su post sincero, logró poner en evidencia esa mezcla de romanticismo y cálculo que, aunque pocos lo admitan, atraviesa hoy el mapa emocional cubano.
Mientras tanto, Juan sigue esperando. Porque al parecer el hombre busca pareja en Cuba y quiere formar una familia en la isla y eso, encontrar una mártir, cada vez, está más escaso de encontrar.
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