El descontento ha sido generalizado en las redes sociales luego de las recientes declaraciones de la ministra de Trabajo y Seguridad Social de Cuba, Marta Elena Feitó Cabrera, quien afirmó públicamente que en Cuba “no hay mendigos”, a pesar de la evidente crisis económica y social que atraviesa el país.
Sus palabras, lejos de calmar los ánimos, han generado una ola de indignación en el ámbito digital cubano, donde muchos ciudadanos han compartido casos concretos de personas sin hogar, exhibiendo cartas abiertas y testimonios que contradicen directamente a la funcionaria.
Entre las voces más críticas está la del comediante Rigoberto Ferrera, conocido por su humor incisivo, pero que esta vez dejó la risa a un lado para denunciar de frente la realidad.
En un video publicado en sus redes, Ferrera fue tajante: “Dicen que en Cuba no hay mendigos, que son gente disfrazada de mendigos. ¿Será que también hay gente disfrazada de ministros y de ministras?”.
La frase hizo alusión directa a las declaraciones de Feitó, quien afirmó que las personas que viven en la calle en Cuba “se disfrazan de mendigos” y que encontraron en eso “una forma fácil de ganar dinero sin trabajar formalmente”.
Al pie del video, Ferrera remató con otra frase contundente: “No tienen vergüenza…”, una opinión que fue respaldada por cientos de usuarios en la sección de comentarios.
Las respuestas no se hicieron esperar. Los comentarios se multiplicaron en tono de crítica y denuncia: “Es como decir que el hambre es fingida, que los apagones son por diversión y que no hay transporte para proteger la capa de ozono”, “Cuba es el país del Caribe que más recibe donaciones. Cuba es un país mendigo”, “Disfrazados de revolucionarios, seguro que ni ella vive de su salario. Qué bochorno”.
Las declaraciones de la ministra Feitó se suman a una larga lista de expresiones oficiales que agravan el descontento popular. Incluso aunque el propio mandatario cubano Miguel Díaz-Canel intente, por momentos, reconocer la difícil situación económica del país, los mensajes de este tipo minan aún más la casi inexistente credibilidad institucional y encienden las redes sociales.
Mientras tanto, la crisis sigue su curso, y muchos cubanos se preguntan hasta cuándo se intentará tapar el sol con un dedo.





