Tratamientos de belleza previos al enlace, como mascarillas de leche y miel o lavados de cabello con agua de lluvia, han sido prácticas comunes en las bodas cubanas. Hoy en día, en Cuba, eso suena a quimera.
En Cuba, las bodas han sido tradicionalmente eventos cargados de simbolismo y rituales que reflejan la rica herencia cultural de la isla. Sin embargo, la profunda crisis económica que atraviesa el país ha afectado significativamente la capacidad de las parejas para mantener estas costumbres en sus celebraciones matrimoniales.
Rituales como el uso de la mantilla en las ceremonias católicas, el intercambio de las 13 monedas de la suerte (las arras) y tratamientos de belleza previos al enlace, como mascarillas de leche y miel o lavados de cabello con agua de lluvia, han sido prácticas comunes en las bodas cubanas. Estas tradiciones no solo embellecen la ceremonia, sino que también simbolizan bendiciones y buenos augurios para los recién casados.
Sin embargo, la escasez de productos básicos y la falta de recursos han hecho que muchos de estos rituales sean difíciles de llevar a cabo. La obtención de ingredientes simples como la miel o incluso agua limpia se ha convertido en un desafío, lo que obliga a las parejas a simplificar o eliminar estos elementos de sus bodas.
El impacto de la crisis económica
La situación económica en Cuba ha alcanzado niveles críticos. El país enfrenta apagones prolongados, escasez de alimentos y medicinas, y una inflación descontrolada. Según informes, en octubre pasado, un apagón afectó a 10 de los 11 millones de habitantes del país, dejando algunas zonas sin electricidad durante hasta 70 horas. Además, en febrero, Cuba solicitó asistencia al Programa Mundial de Alimentos de la ONU para proporcionar leche en polvo a niños menores de siete años.
Estas condiciones han obligado a muchas parejas a replantear sus planes de boda. La falta de electricidad afecta la iluminación y la música en las celebraciones, mientras que la escasez de alimentos limita las opciones para los banquetes. Incluso la obtención de vestimenta adecuada se ha vuelto complicada debido a la falta de materiales y altos costos.
Ante las dificultades, muchas parejas cubanas optan por ceremonias más íntimas y sencillas, enfocándose en el significado del compromiso más que en la opulencia del evento. Otras recurren a la ayuda de familiares en el extranjero para obtener recursos o adaptan las tradiciones con los elementos disponibles, señala El País.
Humberto, que entre 1987 y 1990 se casó tres veces, siempre para disfrutar unos días en un hotel y agarrar las cajas de cerveza que le daban por la boda, dice que incluso extraña el cake que le daban.
«No lo comía en esa época. Tomar sí, por eso me casé tres veces (ríe), pero aquel cake era incomible. No tienes idea de cómo lo extraño hoy,» reveló en llamada telefónica desde la isla.
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