El medio público estadounidense WLRN ha dedicado un extenso reportaje al creciente éxodo de artistas cubanos hacia Estados Unidos, un fenómeno que refleja el profundo deterioro económico, social y político que atraviesa la isla. La pieza, centrada en la figura de la cantante Haydée Milanés, expone no solo las razones personales y profesionales detrás de estas salidas, sino también el significado simbólico que adquiere la partida de figuras históricamente vinculadas al proceso revolucionario.
Haydée, hija del icónico trovador Pablo Milanés, ha denunciado mediante su nuevo sencillo «Duele», interpretado junto al rapero exiliado El B, la tragedia nacional cubana.
La canción, que mezcla melancolía y denuncia, es vista como un lamento por la represión y el empobrecimiento del país, y a la vez como una súplica a Oshún —deidad de la santería— por una salida a la crisis.
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En la entrevista, Haydée relata cómo el régimen cubano comenzó a limitar sus presentaciones y censurarla por apoyar públicamente a disidentes del movimiento San Isidro y por continuar el legado crítico de su padre, quien murió en el exilio en 2022. Ese mismo año, Haydée se radicó en Miami junto a su esposo y su hija, en busca de libertad creativa y estabilidad familiar.
WLRN contextualiza su historia dentro de un patrón migratorio más amplio, donde artistas de distintas disciplinas han abandonado Cuba, entre ellos Luis Silva y Wilbert Gutiérrez (de Vivir del Cuento), la cantante Laritza Bacallao, y el actor Jorge Treto, quien afirmó haberse sentido solo tras la emigración de su familia y la falta de oportunidades profesionales en la isla.
El reportaje resalta que este éxodo artístico marca un punto de inflexión: los creadores, que antes eran considerados bastiones del oficialismo, han perdido toda fe en el sistema. Las protestas del 11 de julio de 2021 y la posterior represión han sido el detonante para muchos de ellos.
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Aunque algunos exiliados cuestionan el momento en que estas figuras rompen su silencio, Haydée defiende el proceso individual de «despertar» y subraya que el arte, incluso desde fuera, puede seguir siendo un puente entre la isla y su diáspora.
Una reflexión interesante
Lo que el artículo deja ver —aunque no lo dice de forma directa— es que Haydée Milanés tuvo un camino más conflictivo y consciente hacia la ruptura con el régimen, marcado por:
- Un proceso personal vinculado al legado crítico de su padre, Pablo Milanés.
- Apoyo explícito al movimiento San Isidro y a los presos políticos.
- Publicaciones en redes sociales que provocaron represalias: la censuraron, no le permitían dar conciertos fuera de La Habana y terminó exiliándose junto a su familia.
Por otro lado, Luis Silva y otros artistas de Vivir del Cuento fueron perdiendo visibilidad por la vía indirecta del silenciamiento institucional. El artículo menciona que Silva y sus compañeros salieron del país después de ver cómo su programa era desmantelado progresivamente, hasta el punto de quedar inactivo. No se indica que hayan hecho críticas abiertas desde Cuba. Es un exilio más silencioso, pero igualmente revelador del colapso del modelo cultural del Estado cubano.
Mientras que otros muchos, ahora exiliados, jamás enfrentaron problemas en Cuba e incluso, unos cuántos, jamás se solidarizaron con los que sí. Por lo tanto, la diferencia es clave entre unos y otros: Haydée alzó la voz antes de salir, pagó un precio por ello y su canción “Duele” es un acto político explícito. Otros artistas, aunque también víctimas del sistema, guardaron silencio o no se manifestaron públicamente hasta estar fuera.
Esta distinción —que también genera debate entre exiliados— marca una diferencia en cómo es percibida cada figura: unos como cómplices pasivos por demasiado tiempo, y otros como artistas que asumieron riesgos antes de cruzar la frontera.





