El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, volvió a hacer gala de su característico optimismo durante un encuentro reciente en la Embajada de Cuba en México cuando, frente a un grupo de compatriotas que laboran en ese país, aseguró estar «convencido de que vamos a salir adelante».
Esta declaración ocurre en medio de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, un acto en el que Díaz-Canel participó junto a otros líderes internacionales, y ocurre también en medio de las llegadas al exilio – masivas, eh? – de dirigentes y ex dirigentes, funcionarios y ex funcionarios del castrismo.
Durante su intervención, Díaz-Canel reiteró que el pueblo cubano, gracias a su «sabiduría y altruismo», es capaz de superar el «bloqueo» económico que Estados Unidos ha impuesto durante décadas. También expresó su confianza en que cuando el embargo termine, los cubanos podrán demostrar su verdadera capacidad productiva.
Sin embargo, esta retórica optimista contrasta con la realidad diaria que enfrentan los ciudadanos de la isla y, cada vez más, con las «acciones migratorias» de sus propios funcionarios.
La sombra de la deserción: ¿crisis interna?
Mientras Díaz-Canel afirma que el trabajo duro y una «forma distinta» de enfrentar los problemas son la clave para el éxito, el descontento dentro del propio gobierno cubano es más evidente que nunca.
El viceministro de Trabajo y Seguridad Social, Juan Carlos Santana Novoa, desertó recientemente y pidió asilo en la frontera de Estados Unidos, lo que refleja una grieta importante dentro del sistema político de la isla, pero no es el único.
Santana Novoa, quien estaba en México para un evento oficial, se unió a un grupo de migrantes cubanos para cruzar a suelo estadounidense y solicitar protección, una acción que expone las contradicciones dentro del discurso oficial.
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Este hecho no es aislado. En los últimos años, varios funcionarios del régimen han seguido el mismo camino, escapando del deterioro económico y la represión en Cuba. Entre ellos varios Primeros Secretarios Ideológicos de la Unión de Jóvenes Comunistas y del Partido Comunista de Cuba.
Todos estos casos ponen en duda las palabras de Díaz-Canel, quien insiste en que el país saldrá adelante si se mantiene la unidad y el esfuerzo colectivo
Díaz-Canel arroja promesas vacías frente a una realidad aplastante
El discurso de Díaz-Canel no es nuevo.
En múltiples ocasiones ha prometido mejoras en sectores clave como la producción alimentaria y la energía, dos pilares sobre los que descansa el bienestar de la población cubana. En esta ocasión, también destacó los recientes acuerdos con Vietnam para fomentar la producción de arroz, uno de los productos básicos en la dieta cubana, y prometió que en 2025 comenzarán a verse los frutos de estas colaboraciones.
Para ese mismo año, Díaz-Canel ha prometido que el país superará la crisis energética gracias a las llamadas «fuentes limpias» de energía.
El fin de los apagones era algo que había prometido dos años antes; muchos años después de que su guía Fidel Castro, anunciara una Revolución Energética en el país. Es obvio que la historia ha demostrado que muchas de estas promesas suelen quedarse en el aire, mientras la crisis sigue empeorando.
La realidad en las calles es mucho más dura: apagones diarios, una escasez alarmante de alimentos y el éxodo masivo de cubanos que buscan mejores oportunidades en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos. Según datos recientes, más de medio millón de cubanos han llegado al país norteamericano desde 2021, una cifra que refleja la magnitud de la desesperación que se vive en la isla, y que demuestra además que el interés de los cubanos no radica tanto en superar las dificultades como escapar de ellas.
¿Esperanza o desconfianza?
Las palabras de Díaz-Canel en México buscan reafirmar el apoyo de figuras claves como Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quien ha sido uno de los principales defensores del régimen cubano en la región y quien últimamente ha venido en rescate de Venezuela, importando médicos cubanos y regalándole a la isla petróleo.
AMLO ha destacado la importancia de mantener relaciones estrechas con Cuba y ha enviado ayuda humanitaria en momentos críticos, como el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas. Sin embargo, la confianza que Díaz-Canel busca proyectar en el exterior contrasta con el creciente escepticismo dentro de sus propias filas.
Con la deserción de un alto funcionario del gobierno, fiscales, oficiales del MININT, PNR y hasta de la Seguridad del Estado y la Contrainteligencia, y una crisis que no parece tener solución a corto plazo, las palabras del presidente cubano parecen cada vez más vacías para muchos.
Mientras tanto, la realidad se impone: la falta de credibilidad en el liderazgo de Díaz-Canel no solo está afectando a los ciudadanos comunes, sino que también ha comenzado a erosionar la confianza dentro de la propia estructura del poder en Cuba.
