La aventura de la influencer Yulissa Escobar, orgullosa representante hispanolatina de Miami (no podemos asegurar que sea de origen cubano), duró menos que un merengue en la puerta de un colegio. Entró con paso firme a la villa de Love Island USA, dispuesta a encontrar el amor y, por qué no, unos cuantos seguidores más. Pero bastaron 18 minutos del segundo episodio para que la producción anunciara lo impensable: “Yulissa ha dejado la villa”. Así, sin anestesia, sin drama previo ni llanto en cámara lenta.
¿La razón? Una que hoy por hoy no perdona nadie: resurgieron videos suyos usando insultos racistas, en particular la palabra N, repetida varias veces con una soltura que haría sonrojar a cualquier jefe de casting. Los clips, recuperados por internautas detectives y compartidos por TMZ, causaron indignación entre el público antes incluso de que Yulissa abriera la boca en la villa. Y la gente comenzó a votar y expresarse.
La cadena Peacock, que transmite el reality, la presentaba así cuando era una contendiente.
Ahora, tras el escándalo, Peacock se lavó las manos y no dio mayores detalles. Se limitó a repetir, como buen mantra de relaciones públicas, que “Yulissa ha dejado el programa”. Pero todo el mundo entendió el mensaje entre líneas: la habrían expulsado por ser presuntamente racista, y ni la edición ni la simpatía la salvaron.
Ella había compartido en sus redes sociales dos videos, mostrándose muy emocionada con su participación en el Reality.
La breve historia de una isla sin final feliz
Yulissa llegó a la villa como una de las diez primeras concursantes de esta temporada grabada en Fiji. Se emparejó con Ace Greene, lo cual no sentó nada bien a Chelley Bissainthe, la chica con la que él estaba vinculado previamente. O sea, la clásica estrategia de pisar fuerte y marcar territorio… pero todo se derrumbó más rápido que un castillo de arena.
Lo irónico es que mientras ella disfrutaba del sol en el paraíso tropical, sus redes sociales ardían en Miami. La cuenta de Instagram apareció con los comentarios limitados. Y por si fuera poco, una amiga suya —llamada María— salió al rescate con una frase para el recuerdo:
“Lol… y’all act like you never said the N word before. Stop being so f*ing sensitive.”**
Bravo, María, eso sí que es saber apagar un incendio… con gasolina.
¿Quién es Yulissa Escobar?
Antes del reality, Yulissa ya era conocida en ciertos círculos de la vida nocturna miamense. Se define como coordinadora de servicios VIP en Goat Hospitality Group, promotora de eventos y experta en bienes raíces de lujo. También tiene su faceta de “personaje de podcast”, que es justamente lo que la llevó al desastre. Porque fue en esas grabaciones donde se la escucha soltando el insulto racial como si fuera parte de una conversación cotidiana.
Tiene más de 64.000 seguidores en Instagram y, según los reportes, es muy cercana a figuras del entretenimiento local. ¿Cubana? Aunque no hay confirmación directa, vive en Miami, toma café cubano, y su apellido no desentona con el son caribeño. Pero hoy, su paso por Love Island será recordado no por su carisma, sino por su vocabulario.
La audiencia, implacable
En X (antes Twitter), los fans reaccionaron como era de esperar: con furia y memes. Muchos exigían su salida inmediata, y otros se adelantaban al sistema de votaciones para expulsarla apenas pudieran. Al final, la producción se les adelantó, lo cual es poco común en realities donde el escándalo suele ser gasolina para el rating.
Según comentarios recogidos por TMZ, hubo quien hasta se bajó la app para votar porque se fuera.

En una encuesta que colocó al final del artículo, este fue el resultado:

Lo curioso es que otro de los concursantes, Austin Shepard, también ha sido blanco de críticas por dar likes a contenido pro-Trump en TikTok. Pero él sigue en la villa. ¿Doble rasero? ¿O simplemente una diferencia entre apoyar a un político y usar lenguaje ofensivo? Tú decides.
Final inesperado para una aspirante a estrella
Yulissa Escobar apostó por la fama, pero el pasado le jugó una mala pasada. En tiempos donde todo queda grabado y cualquier audio puede resurgir, la autenticidad (y la prudencia) valen más que los abdominales o las miradas seductoras.
Por ahora, la exconcursante no ha hecho declaraciones públicas. No se sabe si pedirá disculpas, si reaparecerá con un “video aclaratorio” en YouTube, o si simplemente fingirá que nunca estuvo en la villa más famosa del verano.
Y como dicen en el propio programa: “Love may be blind… but the internet never forgets.”
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