Yulién Oviedo le tira más m… encima a Chocolate. El «chiquitico» demuestra que él no es muy diferente

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Lo nuevo ahora y peligroso si se quiere, además de poco leal y justo es el contexto: el ataque de Yulién Oviedo ocurre mientras Chocolate MC enfrenta un proceso penal en Miami y después de reportes de prensa sobre decisiones clave en su caso (incluida la negativa a un acuerdo).

Por eso el post se siente distinto: no es solo “tiradera”, sino una burla colocada encima de una coyuntura judicial que ya de por sí tiene al artista bajo presión pública.

Yulién Oviedo volvió a cargar públicamente contra Chocolate MC en medio del momento judicial más delicado que enfrenta el reguetonero en Miami-Dade. En una historia difundida en redes sociales y posteriormente replicada por páginas de farándula, Oviedo publicó un mensaje insultante dirigido a Chocolate, en el que mezcla burla personal, referencias religiosas y una alusión directa a los años de cárcel que, según el propio texto, le esperan a su rival.

La publicación, compartida por Cubafarandulatv, fue presentada como reacción “luego de enterarse de la sentencia”, aunque el escenario legal que rodea a Chocolate MC se ha descrito públicamente como un proceso en curso, con decisiones recientes que podrían influir en la pena final.

En el mensaje atribuido a Oviedo se lee: “MIERDOLATE… ‘17 palos’ para que te acuerdes del frenillo mío… y hoy nos vemos en el Johnny Club que voy a calentar el Top Ten”, frase que retoma una de las líneas de ataque más repetidas dentro del conflicto entre ambos, ligada a una antigua burla sobre el “frenillo” que se ha convertido en running gag dentro del intercambio.

El episodio se produce en un contexto de alta exposición mediática para Chocolate MC, cuyo nombre real es Yosvany Arismín Sierra Hernández, tras reportes de prensa en Miami que indican que rechazó un acuerdo de culpabilidad propuesto por la fiscalía. Según Univision y otros medios locales, la oferta incluía una pena de 12 años de prisión y cinco años de probatoria, bajo un paquete que buscaba unificar casos; sin embargo, el artista y su defensa optaron por no aceptarlo, dejando el camino abierto a un escenario más complejo en los tribunales.

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En redes, la reacción al mensaje de Oviedo fue inmediata y polarizada. En los comentarios recopilados bajo la publicación de Cubafarandulatv, una parte de los usuarios criticó lo que consideraron una celebración del mal ajeno y pidió prudencia, mientras otros interpretaron el ataque como “desquite” dentro de una guerra previa de humillaciones públicas. Muchos comentarios volvieron, otra vez, sobre el “frenillo” como detonante simbólico del resentimiento, sugiriendo que el tema sigue siendo una herida abierta en la disputa.

La rivalidad entre Yulién Oviedo y Chocolate MC

La rivalidad entre Yulién Oviedo y Chocolate MC no es nueva y ha atravesado etapas de indirectas, tiraderas y provocaciones públicas. Medios y portales de espectáculos han documentado choques anteriores, incluyendo intercambios en redes y reacciones tras episodios judiciales previos que involucraron a Chocolate.

No ha sido un “día de calentura” entre ambos, sino una secuencia intermitente de años, con picos que se reactivan cuando uno de los dos vuelve a lanzar una pulla o cuando el otro atraviesa un momento de alta exposición. En 2021, por ejemplo, ya se hablaba del tema como un conflicto instalado, al punto de que Chocolate MC llegó a referirse públicamente a la presión que recibía Yulién en medio de la polémica, señal de que la rivalidad había dejado de ser privada para convertirse en contenido recurrente para redes y plataformas.

En 2022 la disputa se recalentó con otra ronda de publicaciones, indirectas y respuestas amplificadas por páginas de espectáculos, que la presentaron como una “guerra” abierta.

Dentro de ese intercambio se consolidó un eje particularmente tóxico: la burla del “frenillo”*, repetida una y otra vez como humillación personal. Ese detalle, que páginas de farándula han descrito como uno de los temas que Chocolate explotó durante años para “joder” a Yulién, explica por qué, en el mensaje reciente, Oviedo vuelve precisamente a esa línea.

En su mensaje, Oviedo vuelve a un terreno que él mismo ha criticado cuando lo ha sufrido: la burla personal y la deshumanización del rival. Aunque en el pasado ha señalado el impacto de las ofensas que circulan sobre él, esta vez reproduce el mismo patrón de violencia, trasladando el conflicto del plano artístico al escarnio público y alimentando un ciclo en el que la violencia verbal funciona como combustible de visibilidad.

Aquí cabe una pregunta lógica: ¿realmente opera Oviedo dentro del plano consciente cada vez que postea algo? Hay antecedentes públicos que describen un patrón de publicaciones impulsivas, afirmaciones grandilocuentes y, cuando llega la reacción, un giro defensivo hacia la explicación o la excusa.

Con el episodio de Bad Bunny, la secuencia quedó bastante clara. Tras coincidir con el artista puertorriqueño en un evento, Oviedo afirmó en redes que Bad Bunny le habría dicho cosas elogiosas sobre su “flow”. Sin embargo, la circulación posterior de videos del momento —replicados y comentados por medios de farándula— alimentó burlas porque en las imágenes se aprecia un saludo breve y un intercambio muy limitado, que no se corresponde con el relato de una conversación extensa o una “validación” personal dado por Oviedo. Incluso cuando Oviedo respondió a las burlas, volvió a insistir en su versión, mientras los propios clips seguían funcionando como contraste público. Resultado: quedó como un mentiroso.

Después vino el otro “calentón”: un comentario en el que aseguró ser el único artista cubano con condiciones para hacer un medio tiempo del Super Bowl. La frase fue reportada por varios medios y se interpretó como un acto de autopromoción desmedida, no solo porque el show del Super Bowl es una vitrina extremadamente cerrada y mediada por la industria, sino porque el propio formato de su declaración fue absolutista (“el único”) y descalificador hacia otros artistas.

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Cuando se unen esos antecedentes con lo más reciente —un post burlón y agresivo hacia Chocolate MC en un contexto judicial serio— la pregunta de “¿opera dentro del plano consciente?” se puede traducir, en términos periodísticos, a algo menos clínico y más verificable: Oviedo parece moverse por impulsos de performance, donde postear es actuar, provocar, dominar conversación, aunque el costo sea credibilidad o reputación. Y cuando la publicación le explota en la cara, su respuesta tiende a no desmontar el mecanismo, sino a reencuadrarlo: “me malinterpretaron”, “están envidiosos”, “no fue así”, «me hackearon» o directamente doblar la apuesta con más provocación.

Eso no significa que “no sea consciente” en un sentido psicológico que nadie aquí puede diagnosticar. Lo que sí se puede afirmar, con lo que está documentado, es que su historial público muestra una tensión constante entre dos cosas: por un lado, quejarse de la burla y el ataque; por el otro, sostener una estrategia de exposición basada en la exageración, la ofensa y el conflicto como motor de atención. Y en un ecosistema de redes donde la visibilidad se paga con escándalo, ese patrón no es accidental: es el producto escogido por él porque le funciona para mantenerse vivo en las redes. En el escenario… ya ahí sucede otra cosa; y resulta una verdadera lástima porque, musicalmente hablando, es un artista muy completo.

Esta vez, sin embargo, el gesto de Oviedo ocurre cuando el foco ya no está en una tiradera musical, sino en un proceso penal que puede definir el futuro inmediato de Chocolate MC. En ese contexto, el mensaje funciona menos como promoción artística y más como un golpe simbólico: una forma de “patear en el suelo” al desvalido que no puede levantarse ni tiene acceso a las redes sociales para «defenderse», mientras el otro enfrenta audiencias, negociaciones fallidas y la presión pública que acompaña cada novedad del caso.

Las polémicas en redes y metidas de pata en ellas no son nuevas en la figura de Oviedo. En diciembre de 2023, el cantante pidió disculpas públicas tras comentarios ofensivos publicados desde su canal de Facebook. En aquel momento, se desmarcó de los mensajes y afirmó que no habían sido escritos por él, atribuyéndolos a una persona con acceso de administrador a la página que respondía en su nombre con ‘palabras muy fuertes’, según reportes de prensa. El episodio reavivó entonces el debate sobre el uso de sus redes y la recurrencia de explicaciones que trasladan la responsabilidad a terceros cuando estalla una controversia.”

* La burla del frenillo – frenulum para quien guste de hablar de él en términos médicos – se refiere a que supuestamente fue David Calzado, el director de la Charanga Habanera, quien le habría roto el frenillo a Yulién Oviedo durante un intercambio sexual entre ambos. Un hecho que no ha podido ser verificado, pero que ya miles de cubanos, tal vez por tanta exposición y repetición, han asumido que es verdad.

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