La provincia de Cienfuegos y su vecina Sancti Spíritus amanecen nuevamente bajo el peso de tres historias que revelan una misma raíz: la incapacidad del Estado cubano para proteger a los sectores más vulnerables, sean niños, mujeres o jóvenes. En menos de una semana, plataformas ciudadanas e independientes documentaron un presunto caso grave de maltrato infantil, un feminicidio confirmado y un homicidio en investigación. La geografía es distinta, pero la sensación compartida es una sola: la violencia está creciendo y las instituciones llegan tarde o simplemente no llegan.
El primer caso salió a la luz a través de la plataforma NiO Reportando un Crimen, que recibió una denuncia anónima sobre una mujer identificada como Marlenis Cosme Nodal, residente en Cienfuegos y madre de tres menores. Según la denuncia —que NiO aclara como “presunta” mientras no exista intervención institucional— los niños se encuentran en situación de abandono, desnutrición y maltrato físico. Uno de ellos aparece en videos mostrando quemaduras que, asegura, fueron provocadas cuando su madre le arrojó café caliente. Vecinos citados por la plataforma afirman que los menores piden comida en la calle, no asisten regularmente a la escuela y viven en un hogar totalmente inseguro desde la hospitalización del padre.
NiO exigió una intervención inmediata de Trabajo Social, Fiscalía, Protección a Menores y Salud Pública, subrayando que se trata de un caso de “riesgo real” que requiere acción urgente. La publicación ha generado un debate intenso en redes, sobre todo porque la mayoría de estos episodios suele quedar en silencio ante la ausencia de mecanismos efectivos de denuncia y protección infantil.
Mientras tanto, en esa misma provincia, pero en el municipio de Palmira, se confirmó uno de los feminicidios más recientes del país. La víctima es Rosa Idania (Rosy) Ferrer Pérez, enfermera de 46 años, estrangulada por su pareja, Arisbel Suárez, conocido como “Felipillo”. Suárez, quien tiene antecedentes penales relacionados con la matanza ilegal de ganado, huyó tras el crimen.
El hecho fue verificado por el Observatorio de Género Alas Tensas y por la coordinación comunitaria de Yo Sí Te Creo en Cuba, que lo incorporaron a sus estadísticas: 42 feminicidios en lo que va de 2025, más un hombre asesinado por motivos de género, 16 intentos de feminicidio y varios casos aún en verificación.
Organizaciones feministas lamentaron que Rosy —como tantas otras mujeres cubanas— estuviera atrapada en un ciclo de violencia doméstica sin posibilidad real de escapar: en Cuba no existen refugios estatales, acompañamiento psicológico integral ni una ley específica de violencia de género. El Estado, una vez más, aparece solo después del crimen consumado.
A 90 kilómetros, en el municipio de Trinidad, Sancti Spíritus, NiO Reportando un Crimen alertó sobre otro hecho violento. Según la denuncia ciudadana, un joven fue asesinado en la zona de La Pastora en circunstancias aún sin esclarecer. Se trata de un caso presunto, basado en testimonios preliminares que hablan de una riña, sin confirmación oficial sobre la identidad de la víctima ni del agresor. La plataforma pidió colaboración a los vecinos para identificar a los implicados y reconstruir lo ocurrido.
La cercanía geográfica entre Cienfuegos y Trinidad no es un detalle menor. Ambas ciudades, ubicadas en el centro-sur del país, han visto un aumento de episodios violentos en los últimos meses, mientras el deterioro económico se profundiza, los servicios sociales colapsan y la presencia policial se vuelve más reactiva que preventiva.
Los tres hechos conforman, juntos, un retrato inquietante: niños presuntamente maltratados, una mujer asesinada por su pareja y un joven muerto en una riña aún por explicar. En todos los casos, la ciudadanía —no el Estado— fue la primera en dar la voz de alarma. Y en todos los casos, la sensación predominante es que la violencia avanza más rápido que las instituciones encargadas de enfrentarlas.
