Una denuncia publicada en el grupo “Revolico 360° Cienfuegos” alerta sobre el robo, a plena luz del día, de un automóvil con matrícula turística TUR 026483 en el municipio de Cumanayagua, provincia de Cienfuegos. Según el post firmado por Rachel Santana, dentro del vehículo se encontraba una cartera con licencia de conducción, pasaporte y documento de residencia del afectado, quien vive en los Estados Unidos, lo que agrava el perjuicio más allá de la pérdida material del auto.
La publicación solicita colaboración ciudadana para recuperar, al menos, los documentos de identidad, indispensables para que la víctima, identificado como Eliecer Aguila Lois, pueda viajar de regreso a los Estados Unidos. Para aportar información, la familia compartió tres teléfonos de contacto: (+53) 55719153, (+53) 58892180, ambos en Cuba; y un tercero en USA, (+1) 786-402-7721.
El caso, ocurrido “a plena luz del día” según el relato, reaviva las preocupaciones habituales de viajeros y residentes sobre la custodia de pertenencias y papeles en zonas urbanas concurridas.

Varios comentaristas en el hilo de Facebook insistieron en una regla básica de autoprotección: no dejar documentos ni carteras dentro del vehículo, ni siquiera durante paradas breves. Otros usuarios apuntaron que, en situaciones de pérdida o robo de pasaporte y residencia, es clave denunciar de inmediato ante la policía y gestionar un salvoconducto o permiso de viaje en la oficina consular correspondiente, pasos que pueden facilitar la salida del país o la reposición de credenciales.
Llama la atención que el hecho, es muy similar a otros ocurridos recientemente. Justo en agosto se documentó el caso de un cubano que viajó de visita a la isla y sufrió el robo de su cartera con documentos migratorios; los ladrones lo contactaron después para exigirle 4.000 dólares a cambio de devolverle la residencia estadounidense.
El episodio reveló un patrón de extorsión que va más allá del hurto: la víctima quedó “varada” administrativamente —sin identificación válida, sin poder abordar vuelos y con riesgo de perder estatus— mientras la familia buscaba auxilio entre la policía y la sede consular. El mensaje que dejó aquella historia fue claro: cuando el documento se convierte en “moneda de rescate”, la vulnerabilidad del viajero se multiplica y aparecen intermediarios informales que encarecen y enrarecen cualquier solución.
Ese mismo mes, otro reporte del medio narró el asalto a un cantante en La Habana, que denunció públicamente el robo de pertenencias y dinero en plena zona céntrica.
Aunque no se trató de documentos migratorios, el caso tuvo amplia resonancia porque mostró la facilidad con que artistas y figuras públicas quedan expuestos a robos “al descuido” o con violencia, y la dificultad posterior para recuperar lo sustraído.
Ambos episodios, ocurridos con pocos días de diferencia, ayudan a contextualizar la denuncia ahora que emerge desde Cumanayagua, Cienfuegos: no son hechos aislados, sino expresiones de un entorno donde el hurto de carteras y credenciales se cruza con extorsiones, dilaciones institucionales y una sensación de impunidad que desalienta la denuncia y normaliza el “resolver” por vías privadas.
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