El mar se levantó frente a las costas de Rusia como pocas veces en la historia reciente. A las 10:46 a.m. del martes, hora local, un terremoto de magnitud 8.8 sacudió el lecho marino a unos 125 kilómetros de la ciudad de Petropávlovsk-Kamchatsky, en la península de Kamchatka.
La profundidad del sismo —registrado a 19 kilómetros bajo la superficie— y su violencia desataron una alerta de tsunami a lo largo del océano Pacífico, desde las islas Kuriles hasta las playas de California. Imágenes de la evacuación en ciudades como California, dieron la vuelta al mundo.
Según informó la agencia AP, las primeras olas impactaron en la isla de Paramushir, en el extremo oriental de Rusia. En la ciudad de Severo-Kurilsk, de unos 2.000 habitantes, las olas alcanzaron entre tres y cuatro metros, inundando calles, dañando estructuras y obligando a una evacuación total hacia zonas elevadas.
“La seguridad de las personas es lo más importante”, declaró Valery Limarenko, gobernador de la región, en declaraciones recogidas por The Guardian.
“Las personas fueron evacuadas inmediatamente tras la advertencia del tsunami, y permanecieron en zonas seguras hasta nuevo aviso”, añadió.
La amenaza no se limitó al oriente ruso. La Agencia Meteorológica de Japón activó advertencias de tsunami para la región de Hokkaido y otras áreas del norte, mientras imágenes difundidas por medios locales mostraban a residentes de ciudades como Kushiro y Hakodate saliendo apresuradamente hacia refugios.
En algunas zonas, las olas superaron los 60 centímetros, según AP, y aunque no se reportaron daños graves, más de 900.000 personas recibieron instrucciones de evacuación preventiva, en particular en áreas costeras afectadas por el tsunami de 2011.
La onda sísmica atravesó el Pacífico y activó los sistemas de emergencia de Estados Unidos. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) emitió un tsunami watch para toda la costa oeste, incluyendo California, Oregón, Washington, Alaska y Hawai. Las autoridades en el archipiélago hawaiano alertaron que las primeras olas podían alcanzar entre 6 y 10 pies de altura (hasta tres metros), aunque el impacto inicial fue menor. Aun así, el gobernador Josh Green instó a la población a mantenerse alejada de la costa.
“Aunque lo observado fue moderado, la amenaza continúa. Las olas pueden llegar en oleadas y durar horas”, declaró en palabras que quedaron recogidas por KCRA.
En California, la zona norte fue la más vigilada. En Crescent City, donde el recuerdo del tsunami de 2011 sigue vivo, las sirenas sonaron poco antes de la medianoche. Se estimaba que allí las olas podían superar el metro y medio. En condados como Humboldt y Del Norte, las autoridades locales ordenaron evacuaciones en áreas portuarias y prohibieron el acceso a playas, diques y puertos.
La situación también afectó al área de la Bahía de San Francisco, donde las autoridades emitieron advertencias de seguridad costera.
“No se arriesguen. Aunque parezca que todo está en calma, las corrientes pueden ser mortales”, advirtió el Servicio Nacional de Meteorología según reportó el San Francisco Chronicle.
En Alaska, especialmente en las islas Aleutianas, la alerta fue igualmente intensa, aunque hasta ahora no se han registrado daños. En total, la onda expansiva del terremoto mantuvo bajo advertencia a millones de personas a lo largo de decenas de miles de kilómetros de costa.
El sismo fue clasificado como un evento de subducción, típico de la falla donde la placa del Pacífico se hunde bajo la placa de Okhotsk. Es la misma zona que generó el terremoto de 9.0 en 1952, que causó más de 2.000 muertes en Severo-Kurilsk tras un devastador tsunami de hasta 18 metros de altura. Más recientemente, en 2006, otro terremoto de 8.3 en esa región causó un tsunami que incluso cruzó el océano y alcanzó la costa de California.
En esta ocasión, gracias a los sistemas de detección temprana y a la experiencia acumulada, las evacuaciones masivas se produjeron con rapidez. En Japón, muchas comunidades ya tenían listos sus centros de evacuación; en Rusia, los simulacros periódicos permitieron desalojos ordenados; en EE.UU., el sistema de sirenas costeras y las alertas por móvil funcionaron sin contratiempos, aunque las imágenes de atascos fueron numerosas.
Aun así, las autoridades advierten que podrían registrarse más olas en las próximas horas, y que el riesgo mayor no son necesariamente las alturas visibles, sino las fuertes corrientes subsiguientes que pueden arrastrar personas y embarcaciones, incluso cuando el mar aparenta haber vuelto a la calma.
Mientras continúa la vigilancia, no se ha informado de víctimas mortales ni de daños mayores fuera de Severo-Kurilsk. Las autoridades piden prudencia: alejarse del agua, respetar las instrucciones de evacuación y mantenerse atentos a más avisos.
Otros medios consultados: KCRA, CBS News, TIME, International Business Times, The Independent.
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