Que el intercambio haya encontrado vida en Facebook dice algo sobre dónde está hoy la conversación pública en Cuba y cómo circula el contenido: el sistema mediático estatal sigue siendo la fábrica, pero las audiencias están en otra parte. Si de aquel programa queda algo más que un clip para “guardar”, será la agenda mínima que propusieron sus propios protagonistas: menos consignas, más datos; menos secretismo, más comparecencias; menos “cuidado con el enfoque”, más periodismo.
La publicación no se limitó en su sarta de improperios. Fue más allá en su desprecio contra los cubanos humildes que pidieron “corriente y comida” y “libertad” y los acusó de vivir al margen de la ley.
La medida se toma en medio de la peor crisis de la carrera de periodismo en Cuba, donde la mayoría de los graduados de esas facultades han decidido el camino del periodismo independiente y algunos han tenido que exiliarse ante las presiones de las autoridades por contar la realidad de la isla.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) afirmó que la Ley de Comunicación Social aprobada a finales de mayor por el Parlamento de Cuba no hace más que “legalizar la censura”