En Cienfuegos, Camagüey y otras provincias, la muerte ya no es solo un rito; es un pasillo saturado, un nicho compartido, un silencio oficial que pesa más que el mosquito que la trae. La cuenta avanza, y mientras tanto, nombres se suman a la lista sin que haya explicación oficial, solo fosas abiertas.
Una denuncia hecha por la activista Irma Lidia Broek sobre el modo en que se manipula y esconde la verdad, prendió entre sus seguidores porque conectó con lo que muchos viven a diario: hospitales colapsados, médicos obligados a recetar agua y té a enfermos con fiebre alta, vómitos y diarreas, y certificados que nunca dicen la palabra prohibida.
Según reportó la periodista independiente Dairis González Ravelo al portal de noticias Radio Martí, Omar Ortega Mendoza, el camillero cubano que denunció colapso...
En Cuba, hablar claro se paga. La policía política pretende atemorizar a los médicos holguineros que respondieron a Marrero Cruz
Desde que el primer ministro...