En una isla donde “resistencia creativa” se ha convertido en el mantra oficial para justificar la escasez, mientras el pueblo cubano común y corriente seguirá en la penumbra, viendo cómo los buchitos de luz que quedan iluminan solo a unos pocos privilegiados, en la fiesta de Sandro caben todos, siempre que sean “gente bonita”, sin otra preocupación que no sea enajenarse.