Desde su lanzamiento comercial en 2018, Brightline ha cobrado víctimas a un ritmo alarmante: en promedio, una persona cada 13 días.
Un reportaje conjunto del Miami Herald y WLRN reveló que, entre 2017 y julio de 2025, los trenes Brightline han provocado la muerte de 182 personas, una cifra significativamente más alta de lo que se conocía públicamente. Los investigadores dedicaron más de un año a analizar datos federales, registros de los forenses, informes policiales y estudios de la Administración Federal de Ferrocarriles (FRA), corroborando cada fatalidad con dos fuentes distintas.
Desde su lanzamiento comercial en 2018, Brightline ha cobrado víctimas a un ritmo alarmante: en promedio, una persona cada 13 días. De estos 182 fallecimientos, solo el 41 % fue calificado como suicidio por los forenses; el resto se consideró accidental o quedó en estado indeterminado. Cerca del 86 % de las víctimas eran peatones o ciclistas, mientras que apenas el 13 % viajaba en vehículos .
Un problema clave ha sido la falta de salvaguardas. Brightline circula a velocidades de hasta 110 mph (177 km/h) por zonas urbanas densamente pobladas sin un sistema adecuado de barreras. En los tramos hacia Orlando, donde corre a 125 mph, sí existe una separación física entre vía y entorno, y en ese sector no se reportaron muertes, según recoge Wikipedia. Sin embargo, en el corredor Miami–West Palm Beach, de alta densidad poblacional, abundan cruces a nivel y barreras deficientes. Cerca del 96 % de los cruces no están elevados y muchos funcionan dentro de lo que se conocen como “zonas de silencio”, donde los trenes no hacen sonar la bocina debido a que los municipios priorizaron el confort acústico .
La investigación destaca la postura de Brightline, que atribuye la mayoría de los incidentes a acciones voluntarias de suicidio o comportamientos imprudentes de peatones y automovilistas. La empresa asegura haber invertido “cientos de millones de dólares” en mejoras de seguridad y educación pública, y afirma que no ha sido responsabilizada legalmente por las muertes .
Para revertir la tendencia, se han anunciado nuevas medidas financiadas con $45 millones –un aporte mixto entre fondos federales, estatales y de la propia Brightline– destinadas a construir unas 33 millas de cercas, instalar señalización para prevención de suicidios y reforzar la seguridad en cruces planificados. No obstante, estas acciones llegaron tras más de 100 muertes, lo que ha generado críticas por reaccionar demasiado tarde.
Las deficiencias se remontan a etapas tempranas del proyecto. En 2014, el ingeniero de la FRA Frank Frey ya alertó sobre el incremento preocupante de peatones usando zonas no autorizadas para cruzar las vías, recomendando barreras e intervenciones en cruces específicos . A pesar de estas advertencias, las autoridades locales y estatales no aprobaron legislación que exigiera a la empresa la instalación sistemática de cercas y mejoras de infraestructura .
La comparación con otros ferrocarriles revela que Brightline registra una tasa de mortalidad considerablemente más alta que cualquier otro servicio de trenes de pasajeros en EE. UU.
Casos individuales como el de Randy Johanson, un hombre discapacitado que fue golpeado mientras transitaba cerca de un cruce en Melbourne, o el accidente mortal en North Miami de Danny Black —quien usaba auriculares y no escuchó el tren— ponen rostro humano a las estadísticas. Las escenas suelen repetirse: trenes que arrancan, restos de víctimas, pasajeros confundidos y testigos traumáticos.
Enfrentado a esta crisis, Brightline invoca responsabilidad individual y culpa al comportamiento humano. Sin embargo, expertos y reguladores enfatizan que prevenir estas tragedias requiere mejoras físicas en la vía: cierres permanentes de cruces, cercas robustas y sistemas de advertencia reforzados.
La demora en la reforma plantea una incógnita sobre si, tras casi 200 muertes, el corredor podrá adoptar verdaderamente esas salvaguardas esenciales para evitar que la curva de homicidios accidental y suicidios continúe creciendo.
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