La escena nació como tantas historias entrañables de Facebook: una foto antigua, un grupo de nostálgicos y una pregunta lanzada al viento. En el foro “Amantes de la Aviación Cubana”, el moderador Randy Chubrevich publicó una imagen de cabina llena de aire noventero y dejó la intriga servida: “Me pueden ayudar a identificar a esta bella aeromoza de Cubana de Aviación. Aeronave Tupolev Tu-154B-2 CU-T1253. Foto: Wilfredo García”. Bastaron horas para que empezaran a llegar las conjeturas, los recuerdos y, por supuesto, los nombres. Entre los primeros en responder, varios coincidieron: “Marilyn Palomino”. La memoria colectiva hizo el resto.

El hilo del post, fue, a ratos, una especie de reunión de veteranos. Tripulantes, técnicos y simples amantes de los aviones fueron sumando piezas al rompecabezas.
“La reina de los cielos”, la llamó uno. “Excelente TCP”, añadió otro, con la naturalidad de quien la vio trabajar a bordo. Hubo incluso la pregunta inevitable de época —“¿De qué año es la foto? ¿Finales de los 80?”— a lo que Randy, autor del post, arriesgó una pista: “Debe ser principio de los 90’s”. El detalle técnico del aparato, un Tu-154B-2 con matrícula CU-T1253, ubicaba bien el tiempo: una era en la que Cubana volaba a decenas de destinos con sus equipos soviéticos, y los aeropuertos del país eran un hervidero de rutas.
Lo que nadie esperaba era que la protagonista entrara a escena. Entre los comentarios apareció el perfil de Marilyn Palomino y, con humor y cortesía, despejó cualquier duda: “Hola a todos, gracias por sus refrescantes comentarios, estoy muy bien… es una de las pocas fotos de mi larga vida en la aviación, es una foto de los 90 y ahí tenía 20 años”. En pocas líneas confirmó la identidad, dio el marco temporal y regaló el primer dato biográfico del día. No era, además, la hija del capitán Palomino —una de las suposiciones que circulaban—, como ella misma aclaró: “No soy hija del capitán Palomino, mis respetos y cariño para él”.
A partir de ahí, la conversación se volvió crónica coral. Compañeros de ruta y pasajeros frecuentes se asomaron para sumar testimonios. “Tuve el placer de volar muchas veces con ella, buena persona y muy profesional”, escribió Ángel Boye Camejo. “Bella aeromoza… estuvo en Holguín muchas veces”, recordó Manuel Antonio Casaus. “La bellísima azafata de mi curso del 1988”, aportó Carlos Muñoz. Más allá del halago, se dibujaba el perfil de una tripulante con reputación sólida.
Marilyn fue completando la historia con daticos que solo quien estuvo dentro puede contar. Cuando Randy le preguntó cuántos años estuvo vinculada a la aviación, ella respondió con una cifra redonda: “30 años”. ¿Jubilación? Tampoco: “No me jubilé, me fui en un viaje de larga estancia en el 2015”. Y cuando alguien sugirió que el caballero de la foto podía ser un cantante famoso, la ex TCP resolvió la duda con una mini investigación “de redes”: “Este señor es un músico trovador cubano que vive en Buenos Aires actualmente, Wilfredo García; aclarado el misterio, esto debe ser algún vuelo de provincia pues es de Santa Clara”. Randy, de paso, cerró el itinerario: “El vuelo era La Habana–Santiago de Cuba”.
La conversación encendió, además, una cápsula de memoria sobre aquellas operaciones. Marilyn dejó un comentario que sirve como postal de época: “Cubana, a pesar de todo, tuvo muy buen servicio y buenos profesionales… teníamos más de 50 destinos; en Europa solamente, cuando yo empecé, teníamos 36”. Es, quizás, la frase que mejor condensa la sensación que se respiraba en el hilo: no solo la identificación de un rostro, sino el recuerdo de una red de rutas que definieron a una generación de trabajadores del aire actualmente inexistente, como testimonio inequívoco de la debacle en que está sumada desde hace años la aerolínea bandera de Cuba.
No faltaron los guiños afectuosos. “Te queremos mucho, besitos”, escribió Isabelita D. Cárdenas. “¡Qué linda!”, “Bella siempre”, “La Marilyn…”, se acumularon como si, al fin y al cabo, aquel grupo no fuera otra cosa que una sala de embarque donde los que se reconocen se saludan con la complicidad de los de antes. Hubo, también, el toque de humor: “El tipo de al lado parece Julio Iglesias sin dinero”, bromeó un usuario; “Y Marc Anthony no se me despinta ni disfrazado”, replicó otro. Marilyn respondió con emojis y risas, como quien agradece el cariño sin solemnidades.
Hubo quien, además, aportó otras fotos más recientes de Marilyn. José José Romero de los Reyes aportó una foto de ella «hace 7 años».

Fotos actuales de ella pueden verse en su perfil de Facebook.
Sin embargo, la foto que desató el juego tiene, en definitiva, ese poder de las imágenes bien plantadas: abre un túnel en el tiempo y convoca a quienes lo habitaron.
En este caso, además, permitió que la propia protagonista contara su versión, pusiera fechas, rutas y contexto; y, de paso, que una comunidad de aviación reconstruyera un pedacito de su historia común.
Un post, una pregunta y la magia de las redes sociales hicieron el resto: la bella aeromoza de Cubana tenía nombre, voz y recuerdos que compartir. Se llama Marilyn Palomino, tenía 20 años cuando posó para aquella foto en un Tu-154, y dedicó tres décadas a la aviación. El hilo no solo la identificó: la devolvió, por un rato, a la pasarela del pasillo, a los saludos de bienvenida, al rumor del fuselaje y a la precisión de un oficio que —a juzgar por la respuesta— dejó huella en todos.





