Olvídese de las listas en Spotify, de los algoritmos que adivinan su estado de ánimo o de los parlantes inteligentes que le ofrecen música ambiental. La nueva sensación del mundo musical no viene de Silicon Valley ni de un estudio de grabación. Tiene plumas, pico, y una inclinación dramática por la balada latinoamericana. Su nombre aún no lo sabemos, pero ya se pudiera ganar el título de “guacamayo despechado del año”.
En un video que circula en redes —y que es una joya del internet musical y tropical— se ve a un guacamayo entrar con paso decidido por el pasillo de una casa.
A su paso, un perro lo observa atónito, como si supiera que se aproxima algo extraordinario. Luego cruza frente a un gato negro que, como todo buen gato, lo ignora con aristocrática indiferencia. Pero el ave no se inmuta, ni siquiera le importa que le pueda traer mala suerte cruzarse con un gato negro en su camino: sigue su rumbo, cantando con tono melódico y hasta melancólico “El hombre que yo amo”, el clásico inconfundible de la chilena Myriam Hernández.
La escena ya de por sí sería oro puro. Pero entonces, el guacamayo entra a una habitación donde lo espera otro guacamayo, como si se tratara de un dueto premeditado, y sin previo aviso, cambia de tema y lanza el desgarrado grito de “Él me mintió”, himno icónico de la argentino mexicana Amanda Miguel.
El giro dramático no pudo estar mejor coreografiado. En apenas unos segundos, el ave transita del amor ilusionado a la decepción ardida. Ni Rocío Dúrcal logró tanto dramatismo en tan poco metraje.
Pero este no es el primer pájaro que se arranca a cantar boleros de despecho. En junio de 2020, T13cl nos mostraba a un loro interpretando también – ¿casualidad? – “Él me mintió”. Aquel caso generó risas, dudas sobre si el canto era real o un lipsync, y miles de comentarios del tipo: “canta mejor que yo cuando me deja mi ex”.
Pero lo del guacamayo del pasillo ya está en otra liga. Tiene puesta en escena, recorrido dramático, soundtrack en vivo y una narrativa tan limpia que no por gusto es viral.
Lo mejor de todo: no cuesta suscripción mensual. Solo exige alpiste, cariño y quizás alguna traición amorosa para inspirarse.
A estas alturas, muchos usuarios se preguntarán si estamos ante una especie de movimiento musical interplumífero que está sacudiendo las bases del streaming. Otros, más escépticos, se preguntarán si hay edición de por medio. ¿Importa? No. En tiempos de ruido digital y sobresaturación, ver a un guacamayo recorrer una casa cantando con alma y despecho es todo lo que necesitamos para reírnos.
Así que ya sabe. Si le falla el WiFi o su app de música no le recomienda nada que lo represente, recuerde: puede tener en casa su propia banda sonora con un guacamayo de corazón roto. Y si encima le canta de frente, mientras lo mira con esos ojos de “yo te avisé”, mejor todavía.
Pida por esa boca: Amanda, Myriam, ¿qué tal una Rocío Jurado o una Isabel Pantoja para la próxima? ¿Dulce? ¿Lupita D´Alesio? ¿Paloma San Basilio?
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