Existe el llamado right to joke within a performance, especialmente en shows que suelen mezclar música, interacción y espontaneidad, sobre todo si es entre amigos artistas que actúan como «cómplices» en el escenario.
Hasta hemos visto besos en la boca y todo, pero al parecer algunos no quieren ver este asunto así, en la controversia entre Pancho Céspedes y Susana Zabaleta.
El cantautor cubano Francisco “Pancho” Céspedes, conocido por sus baladas románticas y su estilo cercano con el público, se ha visto envuelto en una polémica tras hacer una broma de contenido sexual a la actriz mexicana Susana Zabaleta durante un concierto reciente. La intervención, aunque informal, ha desatado críticas en redes sociales y repercutido en varios medios, lo que pone en evidencia los límites del humor y la adecuada conducta de los artistas en vivo.
Según relató la misma Zabaleta, en una entrevista con el programa Ventaneando, Céspedes se refirió a ella incrédulo en medio del show:
“No te muevas así que se me para la ver…”
La frase, aunque en cierto tono de broma, fue percibida por la actriz como una falta de respeto que rozó lo inapropiado en un escenario público. Aunque no entró en detalles sobre si interpuso alguna denuncia formal, calificó lo sucedido como una “presunta agresión sexual”, explicando que no era un comentario aislado sino un “acto indebido” que la sorprendió y molestó frente a una audiencia.
Tras la declaración de Zabaleta, Céspedes respondió negando que se tratara de una broma malintencionada y aseguró que lamentaba cualquier malestar que hubiera causado.
A su vez, el entorno de Susana Zabaleta aseguró que ella jamás ha sufrido cáncer, contradiciendo unas declaraciones anteriores del músico en ese mismo programa, Ventaneando, lo que generó un cruce de versiones y cierta confusión sobre la autoría de esas afirmaciones .
La controversia entre ambos artistas, que se encuentran trabajando juntos en un show en Oaxaca, provoca varias reflexiones sobre el respeto en los escenarios.
Por un lado, están quienes defienden el llamado right to joke within a performance, especialmente en shows que suelen mezclar música, interacción y espontaneidad. Por otro, están los que creen que estas bromas, cuando incluyen referencias sexuales o tocan límites personales, deben ser evaluadas al momento para evitar incomodar o humillar a la persona en público. Ya vimos cómo una broma en un escenario de los Oscar, desencadenó todo un torbellino mediático alrededor de Will Smith y el comediante Chris Rock.
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Este incidente, el de Pancho Céspedes, ha tenido repercusiones en redes sociales y plataformas de entretenimiento. Un internauta defendió a Zabaleta a través de redes sociales, manifestando que la broma de Céspedes había ido demasiado lejos. Otros usuarios señalaron que, aunque el tono de Pancho Céspedes en los escenarios siempre suele ser relajado y cercano, este tipo de chistes no siempre son bien recibidos por quienes no han pactado explícitamente ese tipo de interacción en un show.
Lo cierto es que en TikTok hay varios videos dedicados al asunto y en ellos, el cantante de origen cubano no sale muy bien parado porque, la mayoría de quienes opinan, no son cubanos, y muchos son mujeres.
En este caso específico, muchos consideran que Pancho Céspedes podría enfrentar consecuencias que van más allá del impacto mediático e Infobae dijo que «aunque no hay señales de acciones legales», el daño a su reputación es palpable. Algunos sectores de su audiencia han expresado decepción, y en redes están circulando mensajes que piden disculpas públicas más claras o incluso una retractación formal.
¿Un malentendido cultural y generacional? Contexto detrás de una frase polémica
El episodio recuerda otros momentos incómodos protagonizados por el cantautor en televisión: en 2016, durante un programa con Galilea Montijo, hizo una broma que generó cierto revuelo mediático. Aunque entonces se trató del clásico “humor entre colegas”, también surgieron voces que apuntaron a que inician debates sobre límites en la comedia o comentarios espontáneos.
La reciente polémica entre el cantautor cubano Pancho Céspedes y la actriz mexicana Susana Zabaleta, a raíz de una frase con connotación sexual dicha en pleno escenario, ha puesto en la mira no solo al músico, sino también la fragilidad de los vínculos de confianza entre colegas en un entorno social cada vez más sensible a la palabra. Lo que para algunos, ahora en este caso, ha sido una broma desafortunada, para otros refleja un choque de códigos culturales, de generaciones y de contextos.
Pancho Céspedes, nacido en Cuba y formado en una cultura donde las bromas picantes, que incluían chistes homofóbicos, racistas, xenófobos y machistas, entre amigos, eran parte del día a día, se caracteriza por un estilo bromista y desenfadado.
Su historial de interacciones públicas con colegas en los escenarios está lleno de comentarios juguetones del tipo «¿Para dónde vamos cuando acabe el concierto?» o «Mami, qué linda estás tú hoy». Expresiones que, lejos de tener intenciones ofensivas, han sido recibidas con naturalidad por quienes lo conocen íntimamente como un artista espontáneo, empático y con un cariño genuino por quienes comparte escenario.
El problema en esta ocasión puede estar en que Susana Zabaleta, aunque cercana a Céspedes, no comparte su mismo contexto cultural, ni generacional. Él tiene varios años más, y viene de un entorno donde lo coloquial roza con lo picaresco sin que eso sea leído de inmediato como un acto violento. Zabaleta, por su parte, reaccionó ante lo que sintió como una falta de respeto, y su posterior denuncia —refiriéndose al comentario como una “presunta agresión sexual”— disparó las alarmas del escrutinio público y la corrección política.
En medio del alboroto mediático y las múltiples reacciones en redes sociales, queda la pregunta: ¿hubo intención ofensiva o simplemente se cruzó una línea difusa en tiempos donde el humor de otra época ya no encuentra espacio sin filtros? ¿Hubo aquí un malentendido que escaló innecesariamente, con consecuencias graves para un artista extranjero en México?
No pocos opinarían que la actriz estuvo «demasiado sensible», y que pudo haber manejado la situación con más mesura, sin alentar una narrativa de “agresión” que puede derivar en un linchamiento mediático, especialmente contra alguien que, aunque muy querido en México, sigue siendo un extranjero en un país donde el nacionalismo a veces también opera como variable en debates públicos.
Finalmente, queda abierta la pregunta de hasta dónde el «humor» o «el chiste», puede entrar en terrenos delicados como el cuerpo, la sexualidad o el consentimiento. Otro punto relevante es que, en un ambiente musical en vivo, en un show, el pacto tácito de confianza entre artista y público puede volverse riesgoso si no se actúa con respeto, y la mayoría de las veces lo que hemos siempre visto es mucha complicidad.
Por eso, los besos lésbicos, con una Madonna de pionera, han sido siempre besos sin saliva y sin lengua, pero besos al fin que, lo sabemos, ha desencadenado miles y millones de comentarios de desaprobación de gente muy homofóbica que no entiende ciertas cosas.
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