La angustia ha ganado terreno en el barrio de San Miguel del Padrón, donde una joven identificada como Yanisleidys permaneció desaparecida durante once días sin que su familia obtuviera respuesta concreta por parte de las autoridades. El caso, denunciado inicialmente por la plataforma independiente Reporte Cuba Ya, se convirtió rápidamente en una señal de alarma no solo por la desaparición en sí, sino por el silencio institucional que la rodeó.
Según los familiares, la desaparición fue reportada desde el primer momento a la policía, pero pasados más de diez días no se había registrado ni un avance oficial, ni una nota pública, ni cobertura en medios estatales.
La búsqueda quedó entonces en manos de la comunidad, que comenzó a circular la alerta por redes sociales con un llamado urgente a difundir su rostro, localizarla y obtener cualquier dato de contacto que permitiera ampliar la investigación. Mientras tanto, crecía la desesperación y con ella el temor de sumarla a la lista de desapariciones que en los últimos meses han sacudido a la isla.
“Yo no entiendo cómo hay tantas desapariciones y las autoridades no hacen nada… la tierra no se los pudo haber tragado”, escribió un usuario en la publicación original.
Y no fue el único. Los comentarios, entre rezos, teorías y frustraciones, reflejan una sensación extendida: la percepción de que en Cuba cada vez hay más personas desaparecidas, y menos respuestas institucionales.
Claudia Castillo, una de las que comentó en la publicación hace cuestión de una hora, la última que lo hizo, dijo que la joven cubana ya había sido encontrada. Sin embargo, no se ha emitido hasta el momento ninguna confirmación oficial sobre las circunstancias de su reaparición, ni sobre el estado en que fue hallada.
Lo cierto es que el caso de esta cubana desaparecida volvió a encender una alarma social que no termina de apagarse. Entre los comentarios de ciudadanos agotados y madres angustiadas, crece la idea de que el fenómeno de las desapariciones ya no es ocasional, sino parte de una deriva preocupante.
Mientras tanto, las estadísticas oficiales —si existen— no se publican, y el espacio informativo sigue siendo ocupado por el rumor y la solidaridad ciudadana.
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