Puede que para algunos haya pasado desapercibido, pero el momento fue puro oro para la cultura cubana. En uno de sus más recientes conciertos, la cantante y compositora estadounidense Kelly Clarkson interrumpió su presentación en pleno Colosseum del Caesars Palace en Las Vegas para volver a escuchar su solo, y no pudo contener la emoción.
¿El protagonista? El joven chelista cubano Ismael Guerrero Bombut, quien ha sabido abrirse paso en escenarios de alto calibre en Estados Unidos, luego de emigrar desde Cuba gracias a una beca para estudiar en la prestigiosa escuela de música Peabody Institute de la Universidad Johns Hopkins.
Pero el camino no fue fácil.
Lejos del privilegio, Guerrero viene de una familia humilde, de esas que apuestan todo por un sueño. Su madre tuvo que abandonar su empleo para acompañarlo en el duro camino de la música, y su padre invirtió hasta el último centavo —80 dólares— para que el niño tuviera un piano con el cual practicar en casa. “Una historia de esfuerzo, de esas que no necesitan adornos”, como diría cualquier cubano que conoce bien lo que cuesta salir adelante con talento y fe.
Durante el concierto, Kelly Clarkson quedó tan conmovida por el solo de Ismael, que no dudó en detener el show para pedirle que lo repitiera. “Eso fue tan hermoso que ni siquiera puedo…”, dijo la estrella estadounidense, visiblemente emocionada.
Pero Kelly no ha sido la única figura famosa con la que Guerrero ha compartido escenario.
El joven chelista también ha tocado con la Los Angeles Philharmonic, nada menos que en Coachella, uno de los festivales más emblemáticos del mundo, donde acompañó al dúo argentino CA7RIEL & Paco Amoroso en uno de los picos más altos de su carrera. Allí no solo tocó, también se lució como creador, obsequiándoles prendas de su marca de ropa independiente: Ismacello.
Porque sí, Guerrero no se queda solo en la música. También es emprendedor y diseñador, y su firma de ropa le ha traído otros momentos memorables, como cuando le entregó una camiseta personalizada al ganador del Grammy y genio musical Jon Batiste, a quien admira profundamente desde hace años.
Con apenas unos años en tierra norteamericana, este joven habanero ha logrado lo que muchos sueñan: hacerse un espacio en los grandes escenarios, sin olvidar de dónde viene, y llevando a Cuba en cada nota… y en cada puntada de su ropa.





