La imagen duele y conmueve: “La última foto de Jorge Martínez con Enrique Molina, ya enfermo y a poco tiempo antes de fallecer”, escribió SuenaCuba al rescatar la despedida que le brindó el popular “Yoyi” a su colega y amigo.
En ese post, Jorgito Martínez habla del peso de decir adiós “a un hermano”, y remata con un “ve, amigo… desde aquí te seguiremos admirando y aplaudiendo. EPD”. La frase se enlaza con un sentimiento transversal en la cultura cubana: Enrique Molina es de esos actores que no se van, quedan. Falleció el 3 de septiembre de 2021 en La Habana por complicaciones asociadas a la Covid-19, tras varios días hospitalizado, y con el país entero – y fuera de él – pendiente de su evolución.
Molina (Bauta, 1943) fue un gigante de teatro, cine, radio y televisión. Se formó en la escena oriental con el Conjunto Dramático de Oriente y, desde finales de los sesenta, su nombre quedó ligado a personajes tan populares como Silvestre Cañizo, además de una filmografía que incluye títulos como “El cuerno de la abundancia” (2008), “Los buenos demonios” (2018) y la serie “Cuatro estaciones en La Habana”. Su trayectoria fue reconocida con el Premio Nacional de Televisión (2020) y el Premio ACTUAR por la Obra de la Vida (2018).
Frente a ese legado, la voz de Jorgito Martínez —referente de la pantalla chica desde los años 80— aparece como la de un compañero de ruta que habla desde la cercanía. Nacido en La Habana en 1962, formado en la Escuela Nacional de Arte, “Yoyi” es recordado por su versatilidad en telenovelas y series como “Polvo en el viento”, “Salir de noche”, “Si me pudieras querer” o “Tras la huella”, además de su protagónico cinematográfico en “Últimos días en La Habana”, de Fernando Pérez, detalla Ecured.
La foto compartida por Martínez sintetiza esa hermandad entre generaciones que sostuvo durante décadas a la televisión y el cine cubanos: un puente entre el actor maduro que encarnó al “hombre de pueblo” con naturalidad y carisma, y el intérprete que, ya consagrado, le rinde tributo público.
En los comentarios de SuenaCuba se repite la palabra “maestro” y la convicción de que Molina “vive” en cada personaje que dejó. Es, en definitiva, la función social de la memoria: cuando alguien como Enrique se va, el país lo vuelve a llamar por su nombre para que no se apague el aplauso. Y Jorge, con esa última foto, cumplió el rito de despedirlo de pie.





