Durante cinco días, el nombre de Andrés retumbó en las calles del pueblo de Sabanilla, en Matanzas, como un grito de urgencia colectiva. La desaparición del anciano movilizó a decenas de vecinos, bomberos y familiares que, sin mucha ayuda institucional visible, desplegaron una búsqueda desesperada por caminos, cañaverales y redes sociales.
Su hallazgo con vida este fin de semana fue celebrado como un milagro, pero también dejó al descubierto las grietas profundas del sistema cubano ante el extravío de personas vulnerables, especialmente en comunidades rurales.
Desde el lunes de la semana pasada, los habitantes del poblado de Sabanilla, en el municipio matancero de Unión de Reyes, vivieron en vilo. Andrés -un hombre mayor cuya edad no ha sido precisada- desapareció sin dejar rastro, encendiendo alarmas entre su familia y la comunidad.
La búsqueda fue inmediata, pero no liderada por autoridades locales ni estructuras del Ministerio del Interior: fueron los propios vecinos quienes activaron la red solidaria, compartiendo su rostro en grupos de Facebook y saliendo a recorrer los campos en su busca.
El anciano fue finalmente encontrado con vida, agotado y necesitado de oxígeno, según imágenes compartidas en redes sociales. En ellas se le ve rodeado por bomberos locales y vecinos emocionados, una escena que rescató, al menos por un momento, la fe en la fuerza comunitaria del interior cubano.
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“Gracias a todo mi pueblo por la solidaridad… sin su ayuda no hubiese sido posible”, escribió la médica Mayland Peña en el grupo de Facebook “Ciudad de Matanzas en Fotos”. La publicación reunió cientos de comentarios, entre ellos el agradecimiento a los bomberos por su proeza: “El Comando 1 siempre a la vanguardia, qué grandes son esos muchachos”.
En paralelo, este hecho resuena con otros casos recientes que no han tenido un final feliz. En Santiago de Cuba, Alberto Fajardo Videaux, de 86 años, fue hallado muerto junto a un cesto de basura detrás del hospital Juan Bruno Zayas. En La Habana, la familia de José Verdecia, paciente de Parkinson, clama por su paradero tras dos semanas sin noticias. La acumulación de desapariciones en ancianos evidencia una carencia estructural: no existe en Cuba un protocolo nacional de búsqueda urgente ni un sistema de alerta específico para personas mayores.
A esto se suma el contexto: el país enfrenta una crisis demográfica sin precedentes, con una población envejecida, una red de salud primaria debilitada y una migración masiva de jóvenes que deja a muchos ancianos solos o sin cuidadores.
En zonas como Unión de Reyes, donde la conectividad digital es limitada y la cobertura institucional escasa, la desaparición de un adulto mayor puede depender más del esfuerzo del barrio que de cualquier entidad oficial. El hallazgo de Andrés fue una excepción afortunada, no una garantía replicable.
